Capitulo cuatro

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El Gato De La Guardiana

Capitulo cuatro

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La hora del almuerzo había llegado, por lo que los alumnos fueron saliendo del salón para poder disfrutar de sus almuerzos en la cafetería del colegio.

Marinette observó a Alya que se levantaba de su asiento para ir con Nino a almorzar y le hizo un gesto con su mano en el momento que la miró, para que se adelantara, señalándole con la mirada a Adrien que lucía bastante apagado después de la conversación que ambos habían tenido en la mañana.

Aunque Alya levantó los pulgares en señal de aprobación, Marinette solo negó con la cabeza, despidiéndose de su amiga. Cuando quedaron, finalmente, solos en la sala, la joven de coletas aspiró profundamente y se levantó para pararse frente al escritorio de Adrien, se agachó para poder apoyar sus brazos cruzados sobre la mesa y lo miró, ladeando la cabeza hacia la derecha.

—¿Adrien? —al escuchar la pronunciación de su nombre, éste salió del trance en el que estaba, mientras sujetaba su teléfono celular con la mano derecha—¿Pasó algo?

—Mi padre me indica que hoy puedo, como excepción extraordinaria, almorzar en la cafetería del colegio, si le envió una foto de lo que voy a comer —dejó de ver el teléfono para mirar a su "amiga" y vio la genuina preocupación en sus ojos celestes, revolviendo todo dentro de él—. Quizás algo le pasó... —soltó, haciendo que Marinette se preocupara aún más.

—¿Cómo? ¿Alguien está enfermo en tu casa?

Si bien dudó en decirle a Marinette porque era algo privado, al final decidió contarle.

—Nathalie está enferma. Han tratado de que no me dé cuenta, pero creo que tiene la misma enfermedad que llevo a mi mamá a la... —no pudo terminar de hablar y cerró los ojos con impotencia al no poder hacer nada, pero los volvió a abrir cuando sintió la cálida mano de Marinette sobre la suya.

—¿Quieres almorzar conmigo en casa? —le preguntó, parándose con una sonrisa—. Mi mamá iba a hacer pollo con ensalada, así que creo que es un buen menú para ti. ¿qué dices?

—¿De verdad, puedo?

—¡Por supuesto! —exclamó con entusiasmo—. Tómalo como una muestra de agradecimiento por soportar todo mi llanterío esta mañana.

...

Por alguna razón, Adrien entró completamente cohibido a la panadería Tom&Sabine, quizás por el hecho de volver a visitar la casa de Marinette después de lo que había sucedido la noche pasada, y saber que en su habitación descansaban todos los Kwamis... o quizás, simplemente, por la sonrisa que Marinette le dedicaba cuando volteaba a ver si la seguía. Apretó la correa de su bolso con ambas manos, cuando Marinette le informó a sus padres que tenía un invitado a comer, pero los dos adultos, en vez de decir algo por la imprudencia de su hija de invitar a alguien sin avisar, simplemente lo saludaron y luego Sabine los guio escaleras arriba, hasta el departamento familiar.

Adrien caminó tras ambas mujeres, aunque fue el primero en entrar en cuanto Sabine abrió la puerta. Marinette corrió a su habitación a hacer algo y lo dejó solo con Sabine.

—Supongo que Marinette te dijo que teníamos pollo con ensalada, de almuerzo, ¿verdad? —preguntó, abriendo la puerta del horno para sacar la bandeja de pollo —¿estás bien con eso o prefieres otra cosa?

El Gato de la GuardianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora