Día 1.

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Monster AU

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Ser vampiro no es sencillo. No hablamos de las consecuencias que trae el vivir por tanto tiempo, tampoco de lo molesto que es existir con temor a la luz solar y ni mencionemos las estacas de madera; esto es algo más personal. 

Para ser oficialmente un monstruo respetable, tienes que asistir a un curso intensivo de cien años en el cual para graduarte debes matar a un objetivo; de lo contrario vivirás eternamente con la deshonra de no haberte licenciado. Lo sé, que mundo tan raro.

Continuando con la historia, Takemichi Hanagaki está realmente asustado; nunca ha matado a un ser vivo en toda su existencia. Incluso con la necesidad de beber sangre jamás se ha atrevido a dañar a un inocente, se las arreglaba comprando alimento a personas pobres que no tenían ni un techo para dormir. Él sentía que ayudaba aunque sea un poco a esa gente comprándoles su plasma.

Es un secreto, uno que solo Chifuyu sabe y espera no haya difundido por ahí. Muchos de sus compañeros agradecen que la ultima prueba sea tan sencilla, para el rubio esto es aterrador; jamás creyó que vivirían tantos psicópatas entre sus conocidos. Pero es tarde para retroceder, no quiere que se burlen de él por ser inútil, mas porque la mitad de su clase son inmortales.

Sus esperanzas incrementaron al ver que le tocó un chico indefenso que a veces se paseaba por el bosque con su capa roja, sus amigos se compadecieron por él ya que era un objetivo muy sencillo pero Takemichi saltaba de alegría. Aunque tras reflexionar sobre el asunto, continuó deprimido; matar a una persona es una carga muy pesada con la que tendrá que vivir eternamente.

El primer día no logró encontrarlo, mas que nada porque se entretuvo con la flora y fauna del forestal sitio; lo que por supuesto no es una excusa para evadir al humano. Funcionó la primer semana, la segunda, tercera... digamos que el tiempo es relativo para él chupasangre; hasta que el director del instituto lo amenazó de muerte sí sigue alargando esto. Solo les tomo cuatro meses darse cuenta de las verdaderas intenciones del chico.

Y aquí estamos, acompañando al inmortal en su caza; es de noche pero sabe que el humano camina alrededor suyo; ambos conocen de la existencia del otro pero se mantenían expectantes a cualquier movimiento sospechoso. Mitchy es consciente de su debilidad, pero está muy seguro de poder contra un niño; sus 112 años de edad no son simple adorno.

Con cautela se acerca a su presa, sus lecciones le indican que lo mejor es atacar por la espalda; intenta poner en practica hasta el mas mínimo detalle de lo que le han enseñado. Sin embargo, tal vez fue por culpa de sus nervios pero no pudo ver el momento cuando esa capa roja desapareció y su visión se tornó borrosa; solo recuerda el sabor de la tierra en su boca.

¿Qué había pasado?

Es imposible perderlo de vista, tuvo que moverse a una velocidad increíble para huir de su campo de visión; tampoco cree que haya sido noqueado por una persona, es casi indestructible no hay fuerza que lo pueda derrumbar. ¡Maldición! Es el único que no podrá regresar y se convertirá en el chiste de los demás; no creyó que su fin sería a manos de un mortal. Le gustaría decir que tuvo una buena vida pero Kiyomasa lo acosó por décadas así que ni eso.

Al abrir los ojos notó un par de detalles, el más banal es respecto a su ubicación: una cabaña. Puede deducir con su escasa inteligencia que su raptor vive dentro del bosque y por eso siempre está patrullando en los alrededores, es un bonito hogar hasta tiene chimenea; perfecto para entrar por la noche y asesinarlo en silencio. Mierda, ese era un mejor plan.

Otra cosa a resaltar es la absurda cantidad de vino que posee él chico, tiene una respetable colección en su sótano; donde supone que se encuentra ahora. Los niños de hoy si que son extraños, él no tuvo el valor hasta que cumplió 60 años; la nueva generación es un verdadero caos. Al menos respeta su adicción, razones tendrá. Por último está atado a una silla, como si eso pudiese detenerlo.

Maitake Week 2021.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora