La Carta

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Era una tarde color ceniza. Escuchaba las gotas de lluvia. Sentía el olor a humedad, de alguna forma me tranquilizaba. A pesar de todo esto, aquí sigo en la misma habitación estrecha, sentado en el mismo escritorio de madera vieja, sigo sosteniendo el mismo lapicero color azul lleno de marcas en la tapa y sigo observando paralizado la hoja en blanco.

Estaba un poco desconcentrado luego de haber pasado cerca de una semana encerrado pensando y extrañando lo mismo. Estaba tan atrapado por la inmunda oscuridad que parecía que nunca me movería de la silla. Constantemente movía las piernas, me mordía las uñas, me sacaba pequeños pedazos de piel de mis dedos y, en mi cabeza, intentaba sacar algunas ideas para escribirle.

Estaba decepcionado de mí mismo. Notaba, además de la mancha de borrones, que solo había colocado "Para mi querida Emilia, Te extra...", seguido de eso solo veía la pureza de la hoja.

Pensé en algunas frases cariñosas, pero me detuve al recordarla. Empecé describiéndola; "Tu liso cabello, tus ojos claros, tu esbelto cuerpo, todo esto simplemente me hace extrañarte aún más", lo borré. Empecé a soltar algunas pequeñas lágrimas. Note que había manchado por completo la hoja. La rompí y lo boté.

Había caído la noche. Había sacado otro papel. Intenté concentrarme, pero de alguna forma aparecía su rostro en la hoja Bond, estaba pálida como la última vez que la vi. Finalmente me rendí. Aunque la extrañaba, ninguna carta expresaría como me siento y, sobre todo, esta carta no le regresaría la vida.

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