El viejo poste de luz

21 7 0
                                    


Estaba bajo el rojizo cielo y frente a un puesto famoso de helados, supuestamente de lo mejor de esta ciudad. A mi lado estaba ella, como todos los sábados salíamos a caminar, pero algo es su rostro resaltaba, no era sus brillosos ojos sino algo más complicado. De hecho, me empezaba a preocupar no hemos hablado desde que salimos de la casa.

- ¿y entonces que te gusta al llegar a la casa? - Preguntó

Me miro por un momento al acabar la pregunta, sus ojos reflejaban el deseo de saberlo y me miraba como si estuviese esperando que diga lo que quiere escuchar.

- ¿al llegar a casa? -Pregunté-. Pues, creo que mi cama-. Solté una pequeña carcajada.

Su cara rápidamente expreso un sentimiento de decepción. -No seas idiota- dijo con un tono molesto.

Me senté junto a su lado izquierdo de ella en una banca junto a un viejo poste de luz, parecía que se iba a caer. Y parecía que nunca fue un poste nuevo. Suspiré y miré su rostro.

- ¿Lo que más me gusta?, déjame pensarlo- Le entregué su cono de helado.

Pasaron unos minutos, no hubo ninguna mirada ni ningún dialogo. Di el ultimo bocado a mi helado, escuche un pequeño sonido que venía del poste. Levanté la mirada y vi como empezaba a tambalear. Empezó a caer un poco polvo a mi camisa, me limpié y vi un paisaje extraño, estaba el hermoso atardecer que combinaba de alguna forma con los tristes sentimientos que emanaba de ella. Fue ahí donde me di cuenta de lo que pasaba.

El silencio se apodero del ambiente. Mire al frente y ella estaba seguía limpiándose algunas migajas del cono de helado. - lo que más me gusta es regresar casa contigo- ella giró la cabeza apenas terminar, me miro sorprendida y con los ojos brillosos.

Empezó a oscurecer, se prendía los postes uno a uno, los veía prenderse desde la esquina del parque. Mire arriba para ver si el nuestro, el viejo, se encendía. - ¿A qué te refieres con eso? - preguntó

Al escuchar la pregunta bajé mi cabeza y la vi. Su antigua expresión de tristeza se convirtió rápidamente en una de felicidad y duda.

- Me gusta mucho regresar contigo a la casa; llegar, abrir la puerta y que cada uno vaya a hacer sus cosas- pasaron unos cuantos conocidos y levante la mano- Perdón, lo que quiero decir es que, disfruto mucho volver los dos juntos, me parece algo divertido. Tener que despertarme, preparar dos tazas en vez de uno, tener a alguien en una silla donde antes no había, ¿tener que discutir cómo funciona la lavadora donde antes tenía que descubrirlo yo solo- volteé a verla- sabes? Realmente disfruto mucho esto, contigo, nunca supe que estar solo era tan aburrido. Tú me diste la respuesta.

El viejo poste alumbro bajo su cabeza, al mismo tiempo vi como en aquellos ojos castaños empezaban a salir lágrimas. -Pero, ¿estás seguro que podrás estar junto con una persona tan problemática como yo?, ¿Me abandonaras y me cambiaras? - pregunto con una voz temblorosa.

-Si, ya que dicen que los problemas se solucionan más rápido acompañado, que solo- Me levanté, estiré los brazos. Y no, nunca te cambiaria ni te abandonaría. Desde que acepte estar a tu lado, acepte que estos ojos solo te mirarían a ti.

El viejo poste de luz empezó a parpadear de nuevo, ambos levantamos el rostro. Giré por un breve momento, pude llegar a ver su perfil tan encantador mientras se secaba sus lágrimas con las mangas de su vestido. Finalmente, la luz se desvaneció.

-Lucy, eres una problemática, pero has dado a mi vida una pizca de alegría. -Estiré mi mano hacia ella. - Vámonos a casa y disfrutemos de nuestras vidas juntos.

De la vergüenza, ella se puso en frente mío y empezó a caminar. Antes de cruzar la calle mire por última vez aquel poste. Y me pregunte si seguiría estando allí, y si podría aguantar tanto hasta el próximo sábado.

Cuentos y Relatos VariadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora