𝙲𝙰𝙿𝙸𝚃𝚄𝙻𝙾 𝟸

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Su estómago gruñe y ruge fuertemente en protesta y demanda por un desayuno, pero no hay tiempo para comer

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Su estómago gruñe y ruge fuertemente en protesta y demanda por un desayuno, pero no hay tiempo para comer. La noche anterior ni pegó un ojo para poder terminar su proyecto de arte que había olvidado hacer por estudiar para los exámenes parciales, y por esa razón, se ha quedado dormido, además, su alarma no ha sonado esta mañana y ahora SeokJin tiene solo veinte minutos para llegar a su primera clase de la semana.

Se las arregla para deshacerse de sus pijamas en unos pocos segundos y decide que talvez una noche no sea necesaria hoy, así que apresura a tomar ropa al azar de su desordenado armario, encuentra su móvil en el camino y da unos cuantos clicks para después llevar el aparato a su oreja sosteniéndolo contra su hombro mientras que lucha para ponerse unos jeans deslavados y una camiseta que espera no esté sucia.

Habla YoonGi. —dice una voz burbujeante al poco tiempo.

Necesito que me cubras, voy tarde a clase. —explica de inmediato, soltando un gruñido cuando el pantalón se atora en sus caderas. Por favor.

¿Otra vez? Apenas es lunes. —responde el chico al otro lado de la línea y el peligris puede imaginar que en su rostro hay una sonrisa socarrona.

—Me quede despierto haciendo el proyecto de art- ¡Eh! —aprieta los dientes cuando el zip de los vaqueros pellizca la piel pálida y suave de su pelvis por encima de su ropa interior.

—Está bien. —una risilla resuena en su oído y luego un suspiro bajo. —¿Un resfriado suena creíble? ¿O prefieres un accidente de camino a la universidad?

—Mmm... El bus se atrasó. —SeokJin sugiere al tiempo que termina de colocarse la camiseta.

—Ni siquiera tomas el bus. —apunta YoonGi entre una carcajada sonora y alguien lejano le pregunta qué es lo que le hizo gracia.

—¡Da igual!

—Vale, vale. Diré que al bus se le pinchó un neumático.

—Gracias, eres el mejor. —dice a modo de despedida y finalmente la llamada termina.

SeokJin se cepilla los dientes en tiempo récord y en cuestión de unos minutos ya ha guardado todo lo que necesita en su mochila, asegurándose por segunda vez que lleva lo más importante: el proyecto. Se apresura a salir de su apartamento, dando saltitos mientras se coloca los tenis con una mano y con la otra se cepilla el cabello, intentando estilizarlo para que no se vea como si acabara de salir de la cama, aunque lo ha hecho.

Corre por el pasillo, pero se detiene a pocos metros de las escaleras y el elevador. Las escaleras hasta el momento era su única opción pues tomar el elevador definitivamente no es algo que quisiera hacer bajo ninguna circunstancia, pero ya es tarde, demasiado tarde; él se encuentra en el quinto piso y no es un gran atleta, sabe que al menos le tomara diez minutos recorrer todo el camino hasta la planta baja incluso si se apresura. Por otro lado, las puertas del ascensor se están cerrando... Sin darse más tiempo de analizar todo lo que podría salir mal, toma una decisión precipitada y se lanza hacia el interior del ascensor justo antes de que las puertas se cierren por completo.

𝙴𝙻 𝙶𝙰𝚃𝙾 𝙳𝙴 𝙻𝙰 𝙼𝙰𝙻𝙰 𝚂𝚄𝙴𝚁𝚃𝙴¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora