Marzo

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Me enamoré después.
Me enamoré, entonces, de la idea de tu sonrisa. De la de tu abrazo, de la de tu sinceridad. Me enamoré, entonces, de los miedos que no supimos cambiar, ni soltar. Me enamoré de extrañarte, de pensar qué podríamos haber sido. Del futuro que no planificamos ni vivimos.

Más bien me desenamoré de tus impulsos. De tus palabras hirientes en los momentos más difíciles, de que estés cerca pero no al lado. Me desenamoré de tu sonrisa, aún amándola. Y aún más, me desenamoré de tu sonrisa muda, casi forzada, después de mis te quiero.

Nuestro premio por no salir corriendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora