TREINTA Y SIETE

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Ámbar estaba acostada en su cama, había sido un día largo, a su hermano le fue bien a lo que vino, él estaba muy orgulloso de él y con razón, ahora estaba esperando que la cena estuviera lista, por suerte los patrocinadores del equipo de su hermano les tenían todas las comodidades posibles, así que todo iba bien.

Estas 5 semanas habían sido de mucho provecho, hace una semana viajo a ver a los Sliders en su primera competencia que ganaron, obviamente, todos se sorprendieron al verla embarazada, pero la felicitaron, y Jorge solo lamento porque iba a ir por ella para que se uniera al equipo de nuevo, pero no se pudo, el resto lo disfruto mucho, disfruto de caminar por la costa con su gatita y a veces Sebas que la acompañaba, todo parecía como una realidad en la que quería vivir porque estaba relajada, no pensando en lo que pasaba en su vida real, Ámbar noto que su cuerpo estaba cambiando mucho, tenía ya 18 semanas y ya se le notaba su panza, sus pechos estaban más crecidos y esa mañana sintió que su bebé se movió por primera vez, estaba tan feliz que llamo a Sebas y despertó a toda la casa a las 4 de la mañana por que lo sintió moverse.

- ¿Qué pasa? – dijo Sebas al verla acostada tocando su vientre

- se está moviendo – dijo sonriendo y su hermano fue a sentir al bebé – le conté a Silvana que se movió y quiere que apenas llegue vaya a su casa para poder darme algo de mi mamá

- qué bueno, aunque Mónica se enfadara si no te ve primero – dijo su hermano sonriendo

- Mónica entenderá – dijo Ámbar levantándose – ya tengo hambre

- a eso venia – dijo caminando con ella – esta lista la cena

Ámbar sonrió y fueron a comer, esa noche se iban y Ámbar estaba nerviosa, a pesar de que quería irse para no pensar en Simón, fue inútil, pensó en él día y noche, soñaba con él, cada día se metía a sus redes sociales con un perfil falso y veía sus fotos e historias de Instagram, principalmente subía cosas del trabajo, con Luna, con los chicos, pero ella estaba bloqueada, a veces se tentaba a llamarlo, pero no debía hacerlo, se prometió sacarlo de su corazón, quizás era tonta o mínimo estúpida después de todo.

Ámbar viajo esa misma noche con Sebas, iban a llegar a mediodía, y Ámbar antes de ir con Mónica iría a casa de Silvana y Sebas iría a dormir un poco a casa, se la paso bien con ella y con Agus que estaba gigante, ya de 4 meses, era precioso, jugo con él y aprendió a cambiar un pañal, pronto tendría que hacerlo ella y se sintió orgullosa de poder hacerlo a la primera, hasta dormir lo hizo, Sebas llego después de la comida porque su papá quería verla y no saldría del roller hasta mucho más tarde por el Open de ese día.

- no entiendo porque no puede esperar a la noche – dijo Ámbar subiéndose al auto – pasamos por un batido porfa

- por lo que acabas de comer Ámbar – dijo Sebas doblando en una esquina – además, se supone que Simón no te importa más

- y no lo hace – dijo ella mirando a Sebas, obvio mentía – solo no quiero ir así y que todos vean que estoy gorda – dijo riendo mientras acariciaba su panza –

Sebas solo la miro, ella no iba a admitir nada con respecto a Simón y quizás por su bien, era mejor así y que si él era el papá, que se vieran solo por ese bebé, pasaron por un batido de frutillas para Ámbar que lo bebió y solo cinco minutos lo vomito, Sebas sabía que era porque vería a cierto chico.

Ese chico era Simón, quien estaba mentalizándose para el gran día, hoy se iba a presentar ante Pablo con tres canciones, cada una para Ámbar, además de él cantarían tanto Jim como Yam que iban a practicar para su audición para la escuela musical y ganar más confianza, algunas personas nuevas, Matteo, que lo vería Dina, ella productora dentro de la misma discográfica donde firmo Nico, y Luna que solo quería pasarla bien como siempre.

On My Own- Ámbar SmithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora