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────────────────────── ✰ೃ—Shhhh.— El mayor acarició sutilmente la mejilla del pequeño delante de él, quien aún sollozaba en silencio, con la mirada abajo mientras trataba de concentrarse en la bonita voz de Hoseok, sin embargo, nada podía ayudarlo a distraerse, el dolor en su pequeña espalda era muy fuerte.
No habían sido muchos azotes pero... En primera, Kihyun era apenas un niño, un niño con un cuerpo muy pequeño, delgado y desnutrido, obviamente cualquier toque brusco le iba a doler, y por ello Hoseok trataba de ser tan cuidadoso con él, como si de una pieza de cristal se tratara, como si de la joya más preciada estuviese hablando.
El pequeño seguía sin entender el porqué, ¿Por qué? ¿Por qué tenía que pagar por las cosas que sus padres hacían? ¿Por qué él? ¿Acaso era porque estaba demasiado vulnerable? ¿Porque sus padres lo habían abandonado, habían escapado y por ello el pequeño estaba pagando por sus crímenes dentro de la prisión? Kihyun era tan inocente, su vida en sí era inocente, pero cada vez le estaban haciendo creer que él también era el malo.
5 azotes sobre su espalda, dos de ellos demasiado profundos que tal vez le dejarían cicatrices. Por su mente pasaban las risotadas de los oficiales mientras lo golpeaban en aquel cuarto oscuro. Podía escuchar también el sonido de una gota de agua cayendo e impactando contra una cubeta de metal que hacía eco por las cuatro paredes. Todo había parecido tan lento pero tan rápido a la vez cuando no mucho después escuchó una voz detrás suyo, una linda voz que reconocía.
No sabía qué había pasado después, pero Hoseok lo había sacado de ahí, en sus brazos, hasta llevarlo a la ducha y llegar hasta dónde ambos permanecían: la enfermería.
Su padre los estaba buscando, o bueno, estaba buscando a Hoseok, pero el mayor sabía que si lo encontraba con Kihyun, nuevamente al menor le pasaría algo y sinceramente no iba a permitir que algo más le pasara, mucho menos cuando estaba en un grave estado, sin embargo, estaba aliviado porque una de las enfermeras había podido ayudar al pequeño y curar las sangrantes heridas las cuales ahora la venda ocultaba en su totalidad, una venda limpia y fresca que no le traería infecciones.Iba a procurar cambiarla todos los días.
—¿Te duele?— Se golpeó mentalmente al vocalizar aquellas idiotas palabras. Obviamente que le dolía, en su rostro se notaba todo el tortuoso dolor, pero en verdad quería saber una respuesta clara, o mejor dicho, quería escuchar la pequeña vocecita del pequeño.
El menor asintió muy levemente, relamiendo sus temblorosos labios mientras subía la cabecita lentamente hasta conectar su mirada con la de Hoseok, quién se sintió tan ido con aquella mirada, sintiendo una vez más su corazón revolotear con tanta fuerza.
—P-poquito...— Trató de sonreír, aunque sólo salió una mueca. No era bueno mintiendo, tal vez pronto lo sería, pero no quería preocupar mucho a Hoseok.
No obstante, la puerta ser abierta bruscamente y la presencia de aquel intimidante hombre interrumpió el momento que ambos niños estaban teniendo. Los músculos de ambos se contrajeron, aún embargo, eran contracciones diferentes; las de Kihyun por miedo, tenso por pensar que le harían lo mismo; las de Hoseok por enojo y bastante rabia, apretando los puños al punto de lastimarse con sus uñas clavándose sobre su piel.
—Hoseok, ¿Qué haces aquí?— Nada más ver la situación del frente hizo fruncir el ceño de aquel hombre— Alejate de él, ahora. No es tu trabajo, te dí órdenes.
—No. Está muy grave, fue injusto lo que le hicieron tus hombres.— Hoseok jamás enfrentaba a su padre, pero cuando ese niño apareció en su vida, fue necesario comenzar a hacerlo, sobre todo al saber que Kihyun no había hecho nada malo como para estar en ese infierno.
—Recuerda que son tus colegas y tus mayores. Te estoy dando una orden, alejate de él en este mismo instante.— Su padre señaló la puerta, demandando con obvias razones la orden que le estaba dando.
Pero Hoseok se quedó firme en su lugar, enfrente del pequeño niño, como si lo estuviese protegiendo, pero era eso, Hoseok lo estaba defendiendo, y no quería seguir quedándose callado por las injusticias que le estaban haciendo desde que nació. Sentía una rabia inmensa en su pecho, sentía culpa por haberle dado un mal trato al castaño desde el principio por no haberlo podido tratar con cariño como debía de ser.
—No me voy a alejar de él...— Mantuvo su autonomía más que estricta y firme. Sabía que desobedecer a su padre traía consecuencias, pero el pequeño detrás de él lo hacía quedar ciego ante ello.
Los ojos de Kihyun se abrieron de par en par al escuchar un fuerte golpe frente a él, viendo como la cabeza de su mayor giraba con algo de brusquedad hasta quedar en su posición final, de lado con la mano sobre su mejilla, observando por igual el susto en sus ojos. Eso... ¿Había sido un golpe? ¿Su padre había golpeado a Hoseok?
—Ho-Hoseok...~— El menor murmuró su nombre, sin saber qué decir, en un estado preocupado, sin poder siquiera percatarse de que aquel hombre con rudos rasgos de había acercado al pequeño herido, tomándolo del brazo y bajandolo sin cuidado alguno de aquella camilla, comenzando a arrastrarlo fuera de la enfermería.
Kihyun negó con la cabeza, queriendo ir hacia donde estaba su mayor quién, conforme a los pasos de aquel grande soldado, se alejaba mucho más hasta finalmente desaparecer una vez habían cerrado la puerta en sus narices.
—¡No se te ocurra llamar a mi hijo por su nombre! ¡No te atrevas siquiera a hablarle, rata idiota!— Fue consciente cuando fue lanzado con fuerza hacia el suelo, jadeando de dolor.
El niño se encontraba notablemente asustado, mirando a todos lados, aunque ya reconocía el lugar a la perfección, cada detalle de esa oscura celda, aunque ésta vez buscaba a Hoseok con la mirada, con su rostro detonando angustia, terror y preocupación, no obstante, rápidamente se hizo bolita en el suelo, cubriendo su cabeza y rostro con los brazos al ver cómo el hombre levantaba un delgado palo de madera, sin saber de dónde lo había sacado.
Chilló antes de sentir el golpe, esperando el impacto en su pequeño cuerpo, sin embargo... Éste nunca llegó.
Sus ojitos estaban cerrados con muchísima fuerza, haciendo presión hasta sentir algo de dolor, por igual sus puños estaban apretados al punto de que sus uñas se encajaban en las palmas de las manos. Respiró agitado, con algunas gotas húmedas resbalar por sus mejillas una vez más, relajando el cuerpo de poco en poco, encontrándose tenso.Con timidez alejó lentamente sus brazos, abriendo los ojos y subiendo la mirada hasta toparse con aquella escena tan peculiar que lo hizo sentir culpable, no quería que a Hoseok le pasara nada, mucho menos por su culpa, pero había sido demasiado tarde cuando vió a ese lindo chico delante de él, con una rodilla apoyada sobre el suelo al igual que sus manos, su cabeza agachada y los ojos brillosos y cristalizados; sus labios apretados, tratando de aguantar los jadeos de dolor después de haber recibido el impacto del palo de madera.
El menor, hipnotizado, llevó la mirada hacia el intimidante y ahora molesto hombre, aunque desde lo más profundo podía observar la preocupación y confusión de haber golpeado a su propio hijo, sin haber podido frenar el golpe que había tenido que recibir Kihyun.
—V-vete de aquí.— Hoseok habló con voz firme pero temblorosa, aún mirando hacia el suelo. El dolor era demasiado agudo, pero no más que la furia interna. ¿Acaso así de fuerte iba a golpear a Kihyun? Si Hoseok apenas podía aguantar el ardiente dolor, ¿Cómo lo haría el pequeño?
Sin embargo, el hombre aún impresionado, tal vez por las habilidades rápidas de Hoseok, tal vez por su velocidad al llegar, tal vez por su resistencia a aquel golpe, no podía moverse. Tal vez lo dejaría pasar por ésta vez.
—¡Que te largues!— Era la primera vez que Hoseok le alzaba la voz a su padre, y aquello tan sólo sorprendió más al sujeto, quién después de largos segundos soltó una pequeña carcajada, golpeando su lengua con su mejilla interna, negando con la cabeza, bajando el brazo y dándose media vuelta para alejarse de la celda.
Los ojos de Hoseok ardían, no sólo de dolor, sino de rabia e ira profundas; su pecho subía y bajaba con rapidez y pesadez, como si hubiese corrido un largo maratón en menos de lo esperado. Kihyun había visto y escuchado todo, y aún se encontraba en estado de shock, deseando preguntarle al mayor si estaba bien, pero no podía siquiera mover los labios. Fue la primera vez que, a pesar de la preocupación por el mayor, se sintió protegido.
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Little Prisoner ; kiho/wonki
FanfictionYoo Kihyun, encerrado en cuatro paredes de color gris, una de ellas con enormes barrotes de metal, los cuales impiden su libertad. Tan inocente como para pensar que ese es su hogar, teniendo horarios restrictivos para comer, jugar, incluso dormir. ...