一つ

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—¡No! ¡Por favor no se lo lleven!— el llanto de la mujer desgarró el corazón de varios de los presentes, la mirada de dolor y esas lágrimas saladas que caían sin cesar de su rostro.

La yukata de seda completamente desgarrada en la parte de la espalda, se podía ver la piel cortada y llena de moretones.

Aferrada al inconsciente joven de cabellera azabache como si de su vida se tratase.

Murmullos de todos los presentes, cada uno con sentimientos diferentes.

La puerta principal fué abierta, un hombre pálido y de aspecto noble a juzgar por la yukata jade, hizo acto de presencia.

—Gracias a ¹Izanagi nos ha traído a un valeroso hombre de china como un regalo de paz, capaz de usar la acupuntura— el emperador levantó los brazos, recibiendo con una sonrisa al recién llegado, ignorando los incesantes sollozos de la fémina.

—¿Qué ha sucedido, emperador Tokugawa?— cuestionó con una reverencia, luego de ello finalmente se permitió entrar.

Analizó la situación, mas no pareció inmutarse ni un poco con lo que parecía llevarse a cabo.

—Llevaremos a sentencia a este chico, que ha hecho un trato con un ²yokai a cambio de poder, incluso los monjes han desistido de exorcizarlo— informó el viejo emperador mirando con desprecio al par de personas en el suelo.

—Ya veo, aún así, no puedo pensar en algo en lo que pueda ser de utilidad—

—Lo hemos dejado a dormir, pero pronto despertara y temo que mis guardias incompetentes no sean capaces de detenerlo— caminó lentamente hacia el acusado y la mujer, mirándolos con desdén.

El pálido hombre también se acercó, marcando la diferencia de altura entre ambos, cualquiera podía decir que el invitado tenía aspecto de la realeza y el otro de un simple siervo.

¿Y como no? Hace poco era solo un feudal más.

—¿Entonces, necesita ayuda de mis agujas?— el emperador asintió.

—Así es, Illumi

El emperador dió media vuelta y caminó de regreso a su trono.

—¡GON!— el grito de la mujer alertó a todos los presentes, que al mantener su vista sobre el emperador no notaron la rapidez con la que el Freecss se levantó y corrió hacia el emperador.

El joven de ojos miel derrepente quedó estático, y sus piernas dejaron de funcionar.

—Admito que eres rápido— susurró alguien a su oído, era Illumi, quien había incrustado dos agujas en sus piernas.

—Tsk...— para sorpresa de todos, Gon volvió a ponerse de pie con algo de dificultad, incluso el excéntrico visitante pareció sorprendido.

Pero solo duró un momento, pues el acupunturista sonrió.

—Vaya vaya— incrustó dos agujas más, esta vez aún más profundo, nuevamente cayó de rodillas.

—Bien hecho— felicitó Tokugawa.

Colocando un dedo en sus labios, Illumi pidió silencio.

—Aún no hemos terminado, ¿No es así, joven “yokai”— su rostro llevaba una bella sonrisa, una bella y macabra sonrisa —¿Qué dicen? ¿A dónde apuntaré ahora? ¿Qué tal... El cuello?— metió una aguja en este, y su cabeza se ladeó a la izquierda.

Los presentes parecían haberse emocionado, y empezaron a gritar.

—¡El brazo izquierdo!

—¡La vista!

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