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Habían viajado por lo que pareció, una eternidad, Gon no parecía cansado de llevarlo en absoluto.

Después de un tiempo finalmente pudo divisar algo más que naturaleza, era una choza que a primera vista parecía pequeña, no obstante, mientras más se acercaban, se veía dos veces más grande.

Sin inmutarse, el pelinegro entró con confianza al lugar, un aroma de carne asada invadió las fosas nasales de Killua, su estómago clamó por alimentos rugiendo estrepitosamente.

—He regresado— anunció Gon, dos figuras salieron de una de las habitaciones y lo recibieron con una calurosa sonrisa, duró solo un momento antes de mirar al individuo aferrado a su espalda.

Inmediatamente se volvieron cautelosos, y en silencio observaron a Gon sentarlo sobre una silla y cubrir su espalda con una manta.

—Gon, ¿quién es él?— Leorio fué el primero en desatar el previsto interrogatorio. 

Sin embargo, contra cualquier pronóstico esperado, el portador de Janken mintió sobre su identidad con una sonrisa tan natural que le provocó escalofríos.

Rendidos finalmente, los dos mayores del lugar no pudieron sacarle la verdad sobre el intruso que había traído, Killua también suspiró un aliento que no supo que estaba conteniendo.

El Freecss mantuvo una sonrisa tranquila en todo momento, se encargó de vendar y desinfectar cada una de sus heridas con suma delicadeza, le ofreció un plato de comida y su propia cama esa noche.

Gustoso, Killua aceptó los buenos tratos, después de que Gon se durmiera, escaparía por la ventana.

Fingió sumergirse en un profundo sueño, sintió que la linterna del lugar era apagada, y pasos distantes. 

Era el momento.

Se levantó con suavidad y se escabulló por todo el lugar como una sombra o espectro etéreo, se sentía completamente seguro para sus habilidades de escape por lo que no había razón para preocuparse de despertar a los demás

Llegó al arbusto más cercano después de escapar de esa espantosa pocilga y exhaló una gran bocanada de aire finalmente.

—Te habías tardado— un escalofrío recorrió la espalda del albino, su cuerpo en estado mecánico volteó a su izquierda, en donde se encontró a un joven alto y de cabello oscuro, llevaba una desgastada yukata verde que a penas le llegaba a los talones, aún con su aspecto descuidado ejercía un aire de respeto y realeza poco común. 

—Eh, salí a pasear un momento— Gon asintió y se acercó un par de pasos, tomándolo por los hombros con delicadeza de no tocar alguna de sus heridas. 

Esta vez Killua no pudo decir que no se lo esperaba, últimamente había sido arrastrado por ese sujeto como si fuera un muñeco de trapo.

—Entonces, ¿Qué tal un paseo nocturno?— Gon había planeado y anticipado todo en base a sus acciones, o tal vez solo fué su instinto.

El Zoldyck sin otra escapatoria se dejó llevar por Gon, no lo pudo notar hasta ahora, pero, el pelinegro era un poco más bajo que él. Posiblemente era incluso menor en edad. Era una completa vergüenza dejarse intimidar por un tipo así. 

Se libró del agarre de su acompañante y finalmente caminaron codo a codo.

—Entonces, ¿Cómo debería llamarte? pequeño contenedor de Janken— preguntó Killua con un deje de burla en sus palabras, cosa que claramente el mas bajo notó.

Cerró un puño y con indignación miró al ojizarco soltar una débil carcajada.

Jamás en su vida Gon había sido llamado "pequeño", ya que siempre fue alguien sobresaliente en estatura sin importar a donde fuese. El único hombre más alto que había conocido era Leorio. 

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