01; La llegada del mal

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1979

Irene McDaniel, creció estando bajo el cuidado de su nana, Dynelle, quien se convirtió en una madre para ella. Su padre se presentaba muy poco, se la pasaba en el trabajo y por las noches iba a bares, al principio era para ahogar sus penas, después se fue haciendo costumbre, un vicio. A pesar de eso, Irene tenía una infancia feliz, su nana se encargaba de ello, amaba cuidar de esa niña.

Irene era una niña preciosa, como un rayito de sol, además de bonita, era castaña, de ojos oscuros pero que irradiaban un brillo único, labios rosados y piel semi blanca. A palabras de su abuela paterna, parecida a su madre.

Un día, la pequeña estaba en el columpio bajo el árbol del jardín, su nana detrás de ella dándole empujoncitos para que se columpiara. Veía dentro de la casa a la mucama y el mayordomo algo atareados, no sabía cuál era la razón de ello.

─ Nana, ¿Por qué el señor Simone y la señorita Baker están tan apurados? ─Preguntó mientras era aún empujada por la mujer.

─ Su padre traerá una visita ─Fue lo único que le respondió.

Después de un rato ambas entraron a la casa, esto con la intención de arreglar a la pequeña y se viera bien presentable. Aproximadamente pasaron 40 minutos, la niña de 10 años tenía un lindo vestido rosa, su cabello estaba atado a una coleta además de portar unos zapatitos blancos.

─ ¡Irene, ven que te quiero presentar a alguien! ─Escuchó a su padre en la planta de abajo. Salió rápido de su habitación, bajó las escaleras encontrándose con que su padre estaba tomando de la cintura a una mujer de cabello negro y largo, caderas pronunciadas y una belleza inigualable, y detrás de ella un niño y una niña, el varón de su misma edad, la fémina un par de años más grande- Hija, ella es Susan ─Presentó su padre. La mujer se agachó y tomó a la niña de ambas mejillas.

─ Que niña tan más hermosa ─Su sonrisa se notaba forzada, parecía que trataba de ser lo más amable posible.

─ Y ellos son Victor y Lily ─Los niños solo saludaron con un ademán de mano- Formarán parte de la familia ─Irene se quedó confundida por un momento, no sabía a lo que su padre se refería- Susan y yo nos casaremos, ella será tu madrastra ─La niña al fin captó lo que pasaba. Solo asentiría con la cabeza.

En las escaleras, algo escondida, Dynelle oía la conversación y veía los movimientos de la mujer, la cual observaba todo, su rostro le daba desconfianza, reflejaba avaricia, llena de malas intenciones. Pasaron al comedor, a tener una comida tranquila. Irene se sentía incomoda, sobre todo por la mirada de Victor que todo el tiempo estuvo sobre ella.

La boda se llevó a cabo, la familia del señor McDaniel estuvo en contra de aquella relación, por lo tanto, no asistieron a la ceremonia. Susan y sus hijos se mudaron. Todo iba tan rápido. Las cosas fueron para mal.

Su madrastra la dejaba muy de lado, tomándola como alguien insignificante, sus ahora hermanastros le molestaban con pequeñas bromas aprovechándose de la inocencia e ingenuidad de la niña. En veces ocasionalmente la dejaban encerrada en el sótano, a oscuras, siendo rescatada por su nana, la dejaban fuera cuando llovía, provocando que enfermara, le escondían cosas o la empujaban causando más de una vez raspones en sus rodillas. Esos actos eran repudiados por Dynelle, que en bastantes ocasiones reprendía a aquellos niños. En veces se quejaba directamente con su jefe, quien solo la escuchaba y decía que los dejara, que solo eran juegos de niños, además que terminaba echándole la culpa a su propia hija, esto con la justificación de que era ingenua, y que esto le serviría para que cuando creciera supiera que la gente allá afuera podría hacerle daño. Dynelle enfurecía por ello.

Pasó alrededor de un año, en donde Susan había convencido al señor McDaniel de dejar de pagarle profesores particulares a Irene, que fuera a la escuela a convivir con más niños, lo que terminó siendo una tortura para la pequeña. Se la pasaba sola, no hablaba con nadie, hablaba bien con los profesores, pero con sus compañeros de clase le era imposible, apenas podía dar respuestas muy pequeñas. Eso fue así hasta que conoció a alguien.

Irene estaba sentada en uno de los columpios del patio de juegos, se balanceaba un poco, cuando llegó un niño alto, un poco robusto, junto a dos más a su lado.

─ Hey bicho raro, quítate de ahí ─Irene no sabía cómo reaccionar, así que solo le miró─ ¿Estás sorda o eres tonta? Te esto diciendo que te quites ─Le tomó del brazo para quitarla del columpio, pero no logró completar su acción.

─ ¿Qué te pasa? Ella estaba ahí primero ─Otro menor de baja estatura se acercó, algunos alrededor estaban viendo la escena que se estaba formando.

─ Cállate duende, no te metas ─Le dio un empujón en el hombro, lo que provocó que ambos empezaran a pelear, y el resto de pequeños empezaran a prestarles más atención, creando bullicio, que alertó a profesores que estaban dentro del edificio. El de mayor estatura aventó al otro al suelo, tomó a Irene del brazo fuertemente, enterrándole las uñas por lo cual se quejó, y fue empujada al suelo.

─ Señorito Hanks ─Se escuchó de una profesora. Lo tomó del brazo para llevárselo mientras le sermoneaba por la acción que había hecho.

Los niños se dispersaron, Irene y el otro pequeño fueron llevados a la enfermería para tratar los raspones que se hicieron.

─ ¿Sabes? Eres muy bonita ─Irene se sonrojó un poco por lo dicho por el niño.

─ Gracias ─Respondió con la cabeza agachada.

─ Soy Thomas De Luca, ¿Y tú? ─Dijo con una sonrisa en modo de presentación.

─ Irene... Irene McDaniel ─Contestó. Thomas pasó un brazo por sus hombros para acercarla a él, acto que la dejó un poco aturdida.

─ Bien Irene, seremos los mejores amigos del mundo mundial de ahora en adelante hasta que la muerte nos separe ─Y de repente soltó un pequeño quejido por el líquido que había puesto la enfermera en su raspadura. La enfermera estaba por dentro muerta de ternura por el comportamiento de Thomas.

S o m e b o d y • S a v e • M e || [Tom Keifer] PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora