Capitulo 7.

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Me levanté temprano para ir a la escuela, al llegar Peich me estaba esperando en el salón con Ian.

- Buenos días.

- Buenos días amor mío- Dios Peich.

- Saliendo iré a la cabaña a arreglarla para mañana, ¿Podrían ayudarme a comprar algunas cosas? - dijo Ian con esa linda sonrisa que tiene.

- Si, claro, danos la lista y nosotras te ayudamos.

- Ian, mamá pregunta si dormiremos en cuartos separados.

- Bueno, tal vez duermas con Peich, veremos cómo nos acomodamos, pero no te preocupes, vas a dormir bien.

- Vale, será divertido.

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En la tarde Peich y yo salimos a comprar las cosas que Ian nos había dicho.

- Vale, lo siguiente en esta lista es el Pan.

- Vale. - Caminamos a traer los panes

- Nos vendrá bien salir de aquí, aunque estoy nerviosa.

- ¿Por qué? Solo es una cabaña.

- Es que invite a Carlos.

- ¿Cómo?

- Bueno, en realidad invité a Carlos y a Ester.

- ¿Tu mamá lo sabe?

- No, no lo sabe todo, solo sabe que irán algunas personas y entré estás personas está Ester.

- Si se entera date por muerta.

- Lo sé, pero vale el riesgo, será muy divertido.

- Y aquí está el Pan.

- Tu podrías decirle a tu acosador que venga.

- No, lo quiero lo más lejos posible.

- Era una broma, pero si, entiendo, Domi...- La miré. - bueno, el acosador, es algo interesante, no creo que el fuera el que entrara a tu casa.

- Entonces explícame como dijo lo de mi padre y justamente se robaron la caja con sus cosas.

- Cosas de juguete Olivia, tal vez se lo encontró.

- Seguro, tardó en encontrarlo.

- Coincidencia, lo encontró por coincidencia, Olivia, ¿Por qué un alumno de 17 años entraría a robar a una casa por una caja de sigues? Teniendo el suficiente dinero para compararse la juguetería entera, no es lógico. - lo pensé unos minutos.

- No lo sé, pero no confío en él.

- Eres terca.

Compramos lo demás y después fuimos por helado, terminando las compras nos fuimos a nuestras casas.

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En la mañana fuimos a la escuela como es costumbre, el día pasó rápido, saliendo nos fuimos directamente a la cabaña de Ian, cada una tenía listas sus maletas en el auto, Peich y yo íbamos en mi auto, Ian en el suyo, lo íbamos siguiendo para no perdernos, ya que no conocíamos la casa. Después de dos horas al fin llegamos a la cabaña.

- Qué linda. - Peich se veía muy encantada con la cabaña

- Lo es. - Ian sonrió y empezó a bajar las cosas. - Pueden entrar si gustan, la puerta ya está abierta.

- Vamos. - me dijo Peich, decidí seguirla, subimos las maletas y las dejamos en las habitaciones.

- Iré a ver el lago, ¿Vienes?

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