EL DESVÍO

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-¡Fanfarrona!

 Escuche a lo lejos que alguien me gritaba.

Estaba en un salón enorme, lleno de armas, una pared para escalar, una soga que llegaba hasta el techo, una pista para correr, dianas y maniquíes, había chicos y chicas entrenado, empuñando espadas, corriendo a toda prisa por la pista, entrenadores gritando a todo pulmón como hacer las cosas, chicos en el piso quejándose del dolor, a unos cinco metros de mi habían unos 15 chicos mirándome atentamente, mi mirada se poso en tres de ellos, pero por alguna razón solo me concentre en sus ojos; uno de ellos tenía los ojos azules, casi grises, el otro unos ojos verdes divertidos y seductores y el ultimo de un color avellana que hacía que se me erizara la piel , les sonreí, estaba en una pelea de entrenamiento y había ganado, levante mis brazos y un grito de victoria salió de mi boca, entonces algo me tomo por los tobillos y caí fuertemente, alcance a escuchar el alboroto, se burlaban de mi, entonces quien me había vencido estaba de pie frente a mí.

-La próxima vez, querida, asegúrate de que tu enemigo este vencido. Pero, tengo que reconocer que estuviste muy bien, un nuevo record en batalla. Tres minutos, levántate y únete a tus compañeros - Era una mujer, pero solo escuche su voz, no distinguí su rostro. 

 -¿Ávalon? ¿Niña? ¿Estás bien? ¡Ávalon!- me preguntaba la mujer, pero ya casi no entendía sus palabras, eran como cientos de abejas zumbando en un panal y entonces no escuche mas.

 Me desmaye.

***

Desperté de un golpe leve en la sien con la ventana del autobús. Junto a mí, iba mi mejor amiga Annabeth con su peculiar manera de bailar sentada mientras mantenía sus audífonos al 100%. Íbamos de excursión escolar a Portland-Oregón para saber sobre la historia y la fundación de la ciudad.

 En mi opinión no lo necesitaba,  viajo dos fines de semana al mes a la ciudad y según mis padres viví toda mi infancia y parte de mi adolescencia en Portland hasta el accidente.

 ucedió dos meses después de mi decimoquinto cumpleaños, mis padres me dijeron que iba de regreso a casa con mi mejor amiga en el auto de sus padres, dijeron que un autobús salió de  la nada y choco el costado del auto y rodamos unas dos cuadras, me dijeron que estuve en coma durante dos semanas y que había perdido parte de mi memoria, pero con terapias y tiempo ellas regresarían, pero la verdad es que faltan cuatro días para mi anhelado decimo ochavo cumpleaños y ninguna de ellas ha vuelto, no recuerdo el rostro de mi amiga, o tan siquiera su nombre, donde estudiaba o si tenía muchos amigos, ¡ni siquiera recuerdo haber dado mi primer beso! pero aun así, ya me había acostumbrado a vivir sin mis recuerdos.

Era como… Empezar una vida nueva, en un nuevo pueblo, nuevos amigos y nuevas aventuras.

 Escuchaba mi canción favorita, pero me percate de que el paisaje no se veía como la silvestre vía hacia Portland.

Guarde mis audífonos y le toque el hombro de Annabeth, que seguía como loca imitando el ritmo de las baquetas de una batería.

Ella me miró con sus brillantes ojos marrones, me sonrió y me dijo:

 -Hasta que al fin regresas al planeta tierra, pensé que dormirías todo el camino.

-Cuanto tiempo llevamos viajando -pregunte- marcando una sonrisa en mi boca

-No sé, como unos cincuenta minutos ¿Por qué?

 Mire hacia la ventana y vi que cada vez había más maleza y la vía se convertía a un solo carril y tuve la sensación de que algo andaba mal.

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