LA PRUEBA

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El primero que vi estaba al fondo de la habitación, su cabello color rubio oscuro ondulado, que me pareció lindo y rebelde al mismo tiempo, me miraba fijamente, podía sentir su color ojos avellana recorrer cada centímetro de mi cuerpo, por alguna razón sentí que lo había visto antes, pensé que de pronto lo había conocido antes de mi accidente y por eso me resultaba tan familiar pero por la expresión de su rostro me decía no quería tener ningún trato conmigo.

Mientras que el otro, un chico de ojos azules, casi grises divertidos, me dedicaba una sonrisa de sorpresa y alegría, y al igual que el otro me resultaba vagamente familiar, su cabello castaño oscuro ceniza, todo revuelto, me recordaba mucho a mi por las mañanas, sabía que había una conexión entre nosotros porque caminaba a zancadas desde una de las esquinas de la habitación  esquivando a todo el que se le colocaba en frente, hasta que llego a mí. Me dedico una amplia sonrisa mostrando sus dientes blancos y perfectos y me dijo:

-Hola tú, me preguntaba cuando regresarías, llegue a pensar que te estaba gustando el exterior.

No tenía ni la más mínima idea de lo que él estaba hablando, me hablaba como si me conociera de toda la vida, pero yo recién lo veía, no sabía qué hacer, todos me estaban mirando escépticos y ansiosos por saber quién era, pero no tenía la intensión de presentarme ante treinta chicos con cara de asesinos seriales, aunque no todos.

Al final le conteste, pues se creó un silencio incomodo entre los dos:

-Ehh… Hola.

-¿Ehh Hola? ¿En serio? ¿Eso es todo lo que me dirás?

-Pues que se supone que te tengo que decir, a penas te conozco.

-No me recuerdas, verdad- vi como la tristeza y la decepción apagaba su alegre mirada.

-Lo siento, no. ¿Por qué debería conocerte?- le pregunte inquieta

-Olvídalo, ven te presentare a todos- su voz sonaba un poco mas entusiasmada pero aun podía sentir como la tristeza lo invadía.

Caminamos a través de unos cuantos chicos, me fije que todos, mujeres y hombres, usaban el mismo tipo de ropa: un jean lleno de bolsillo gris, camisetas deportivas X blancas y botas tácticas estilo militar converse, y me sentí como una tonta al no fijarme en que yo también llevaba ese tipo de ropa, aunque la blusa era una talla mas grande, pero me relaje al saber que estaba vestida igual que ellos y no con mi ropa anterior, que por cierto no sabía dónde estaba y en qué momento me había cambiado.

Interrumpí mis pensamientos cuando casi choco con el chico de cabello castaño que me tenia agarrada de la mano, el se puso erguido, lo que lo hizo ver más alto e intimidante. No veía porque se detuvo pues era más alto que yo y obviamente su contextura era de una persona fuerte, rápida y liviana, me situé junto a él y lo vi.

Mucho más alto de lo que se veía de lejos y sus ojos mucho más llamativos y misteriosos de lo que alcance a ver desde la puerta, sus labios finos y carnosos, eran como dos cucharadas de chocolate derretido, se veían deliciosos y adictivos. Al darse cuenta de que lo estaba mirando, sus ojos se posaron en mí y me pregunto rudamente:

-¿Qué código tienes?

Me quede callada, ¡su voz!, ¡había escuchado su voz antes!, de eso estaba segura.

Repitió la pregunta, alzando un poco la voz y definiéndose en cada palabra.

-¿Cuál es tu código?

-¿Disculpa? Me llamo Ávalon- respondí a la defensiva

-No me interesa saber tu nombre, ¿Qué código te dieron?

COACCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora