Esto pasó el día que nos dieron las vacaciones. Decidimos irnos a casa de los abuelos de uno de los chicos, la casa estaba vacía porque era el lugar donde la familia iba a pasar el verano, pero este año aún no habían ido para allá por unos problemas que tuvieron. Para mantener el "anonimato" vamos a llamar a los chicos: Sergi, Iván, Clara y Sandra (la misma de capítulos anteriores). Sergi e Iván son bi, clara y Sandra, hetero.
Debo decir que tenemos 19 años, así que es normal que estemos cachondos a todas horas.
El día que llegamos, en lugar de ir a la playa normal, decidimos ir a una playa nudista que estaba un poco más escondida que las que no son nudista. Somos amigos desde muy pequeños y nos hemos visto muchas veces desnudos, incluso algunas veces nos hemos masturbado juntos.
En la playa no había nadie, así que vergüenza no teníamos. Sergi, Iván y yo nos quitamos toda la ropa menos los calzoncillos, no llevabamos bañador porque al estar en una playa nudista no nos iba a hacer falta. Las chicas por su parte también quedaron en ropa interior (sujetador y parte inferior).
— Bonito tanga Clara —dijo Sergi riendo. Clara tiene un cuerpo socialmente aceptado, lo que llamarían una "tía buena".
— ¿Te gusta? — preguntó ella con un baile provocativo.
Entre broma y broma se acercó un grupo de extranjeras y colocaron las toallas y sombrillas cerca nuestra. Nos saludaron amablemente en inglés y nos hicieron un gesto como para decirnos que deberíamos quitarnos la ropa, porque es una zona nudista.
—Es que es nuestra primera vez y estamos entrando en contacto con la situación nueva — se excusó Iván en inglés. Las chicas parecieron entenderlo (la gente en playas nudistas son amables, así como dato).
Nos invitaron a jugar con ellas al voley, traían el balón y una red. Ellas eran 3 y nosotros 5, así que Sandra decidió irse al otro equipo.
Las 3 extranjeras eran idénticas para mí, rubias, delgadas y con un cuerpo bonito. Pero mis amigos decían que no se parecían en nada, que el problema lo tenía que yo que no me fijaba bien. Así que cada vez que me refiera a una de ellas, diré "una de las extranjeras".
Empezamos a jugar y todo bien, las extranjeras y Sandra jugaban muy bien, pero en mi equipo estaban los dos chicos que también jugaban muy bien. Clara y yo, solo estábamos ahí intentando darle al balón alguna vez (sin éxito).
— Se me está poniendo dura — me susurró en un momento dado Sergi.
—¿Qué dices tío? — le respondí— ¿Y a mí qué me cuentas?
—Di algo para que paren el partido, porque de verdad, me están poniendo cachondo, luego te explico.
—¿Podemos dejarlo ya? —grité en inglés— Literalmente me estoy muriendo de calor y de cansancio, el deporte no está hecho para mí —dije lamentándome.
—Pero si llevas una hora sin hacer nada — se rió Iván.
Una de las extranjeras dijo que también estaba cansada, así que al final paramos el partido y decidimos darnos un baño.
Nos fuimos todos para el mar y el contacto con el agua fría fue lo mejor del mundo. Hacía mucha calor fuera.
—Tío, que puto bien sienta el agua fría. Te lo juro que me estaba empezando a empalmar y seguro que iba a ser súper incómodo.
—No me digas que te estabas empalmando por las extranjeras estas.
—No me seas, es que tú no te has fijado bien. Pero estoy seguro que Iván también estaba un cachondo —susurraba Sergi.