Hola chicas! Ya está de vuelta vuestro maricón de confianza. Hoy os traigo otra historia de la casa en la que estuve 3 semanas con mis amigos. Os recuerdo que estábamos: Sandra (mi amiga de siempre), Clara, Iván (el bi que casi siempre folla con tías), Sergi (el otro bi que casi siempre folla con tíos) y yo (vuestro maricón de confi).
Este relato comienza cuando las chicas venían de la compra, suelen ir a ver los típicos mercados de la playa. Al llegar a la casa, estábamos Sergi y yo viendo una serie nórdica (la típica de rubios guapos de ojos claros).
—¿Dónde está Iván? —preguntó Sandra.
— Creo que estaba durmiendo la siesta —respondió Sergi—. La verdad es que no sé, está en la habitación.
Los 3 chicos compartimos habitación, hay dos camas y un colchón hinchable, los 3 vamos intercambiando cada día. Y las chicas comparten la cama de matrimonio de los abuelos de Iván. Sí, os recuerdo que estábamos en la casa de los abuelos de Iván porque ellos no iban a ir a esa casa ese verano.
El caso es que Sandra fue a ver qué estaba haciendo Iván y se lo encontró con la polla fuera. Clavándose una paja mientras veía porno.
— ¿Es que los tíos sois incapaces de estar una hora sin masturbaros? —dijo con sorna mi amiga.
—Tía me has cortado todo el rollo —dijo Iván saliendo de la habitación con lo que imagino que fue una erección y ahora era una semierección. Sin ningún tipo de pudor ni vergüenza caminaba por el salón con el bulto en los calzoncillos.
— Claro que podemos —respondió sergi a mi lado —. De hecho te lo voy a demostrar.
— Te lo vamos a demostrar —corregí —. Sergi, el tonto de Iván y yo.
—¿Cuánto tiempo decís que vais a aguantar sin masturbaros? —intervino Clara.
—Pues como poder, podemos aguantar todo el tiempo que queramos, pero os lo vamos a demostrar durante una semana —dijo Iván, quién ya no tenía la polla dura.
—Perfecto pero para que no hagáis trampas, después os vais a tener que correr delante de nosotras y más vale que la corrida sea monstruosa porque sino, sabremos que os habéis tocado antes de tiempo —propuso Sandra.
—¿Te gusta el juego? Pues juguemos —le dije a mi amiga estrechando las manos a modo de trato.
— Chicos, tengo una propuesta mejor —nos dijo clara—. La abstinencia es muy fácil, pero nosotras os lo vamos a poner difícil. Os vamos a ir tentando para que os veáis con la necesidad de tocaros. Si los 3 aguantáis la semana sin masturbaros, os tenéis que correr y la corrida que llegue más lejos gana. Si no aguantáis la semana, el que aguante más tiempo de abstinencia gana. ¿Entendéis?
—Sí —contestamos todos.
—Pero el que más tiempo lleve sin correrse es más probable que pierda —intervino Iván.
— Es verdad, para empezar en igualdad de condiciones os podéis hacer una paja ahora sí queréis.
—¿Cuánto lleváis sin masturbaros? Por curiosidad —preguntó riendo Sandra. Y al ver que no respondía nadie, añadió —. Venga no seáis tímidos después de todo lo que hemos hecho juntos.
—Yo me acabo de masturbar —admitió Iván. Y al ver nuestras caras de confusión añadió—. Iba por la segunda ronda, mi polla no se queda tranquila si no se corre lo suficiente.
— Yo me hice una paja anoche antes de dormir.
—¿Sin que te vieran D. e Iván? — se interesó Sandra.