Los días en los que debe presentarse en la oficina para tener reuniones u hacer presentaciones, son los únicos que obligan a Emilia a salir de la monotonía frecuente. El revuelo en el edificio, las impresoras, el bullicio, el olor a café, personas de aquí para allá... Siempre que regresa a casa se siente afortunada de no tener que ir allí la mayor parte del tiempo.
—Bien. Concluido el punto de las noticias y reportes recientes; ya comienza la tercera semana de enero y debemos prepararnos para la fiesta de San Valentín y, tal vez, una de las columnas más leídas del año —La mira el jefe—, ¿Me escuchas, North? Dame ideas, nena, no me defraudes.
Lleva casi dos horas en la reunión y por fin ha llegado su momento de aportar. Sin embargo, tantos ojos sobre ella y la presión apabullante le nubla la mente por unos segundos.
Este año debe liderar la preparación del evento mientras escribe la columna de un tema repetitivo pero tan complicado a la hora de abordar de manera original y atrayente: el amor.
Carraspea al notar la impaciencia de Alan —su jefe— y habla con la mayor naturalidad posible.
—¿Qué tal si este año dejamos de lado el amor de pareja y nos enfocamos en los solteros y los amigos, en el tema del amor propio y la lealtad? También puede ser el amor a las mascotas y a la naturaleza... Incluso quienes vengan emparejados deben traer un amigo o una mascota y que la dinámica de la noche se enfoque en ellos; en este caso, la vela o el mal tercio como le llaman coloquialmente.
El silencio se hace presente y varios cuchichean, Alan frunce el ceño y golpea levemente el marcador contra la mesa que sostiene los portátiles o tablets de casi treinta personas.
—Bien, me agrada —sentencia al fin—. Nos llevará algo más de trabajo pero podemos trabajar en ello sin jodernos el presupuesto. Estoy cansado de lidiar con el área de finanzas.
—¿No será complicado con el ruido y la limpieza si traen mascotas a una fiesta de etiqueta? —Comenta Ethan, del área de moda. Varios lo secundan—. Además, las personas pasan suficiente tiempo con sus animales en casa como para tenerlos que llevar a una fiesta en donde quieren beber y divertirse.
—La música nunca es demasiado alta para permitir la conversación en un tono moderado, podemos hacerlo en un lugar similar al de hace dos años, al aire libre con techo desplegable por si llueve. Y nadie está obligado a traer su mascota, puedes traer a un amigo de dos patas o venir solo. El punto es no venir únicamente con tu pareja. Lo demás tiene solución... Por ejemplo, pediremos que quienes vayan a traer mascota deben inscribirse con anterioridad para que la logística, organización y limpieza, salga casi perfecta.
»Por persona solo pueden traer uno, sea mascota o amigo, y deben ser conscientes que si el animal no está educado para hacer sus necesidades únicamente cuando lo pasean para ello, o se la llevan mal socializando con otros animales, lo razonable es dejarlo en casa.
—¡Allí está! Me agradan las respuestas rápidas y sensatas. Perfecto Emilia. Lo demás me lo cuentas en el informe, en menos de una semana, junto al primer borrador de tu columna que debe estar ligada al mensaje que deseas dar con el tema de la fiesta... Y ya conoces al equipo de trabajo que te ayudará con toda la logística, así que ¡Manos a la obra, amor!
«Gracias, tullido. Ahora nos veremos obligadas a socializar y no tendremos ni tiempo de pensar en la propuesta de la versión masculina y dañada de Calcuta»... —Y Wanda despierta al darse cuenta que ha terminado la aburrida reunión.
Recordar esa noche siempre provoca punzadas extrañas en su organismo, los nervios se disparan de tan solo pensar en que pueda suceder... o que la rechace y se burle de ella.
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Una cita con la vida
RomanceEmilia North. 29 años, un trabajo estable, casa propia, un amigo disfuncional, seis gatos, curvas de voluptuosidad pronunciada y carne de excesiva sensualidad. Para Emilia, esos no siempre han sido atributos, sin embargo, se adhiere a la ley de conf...