—Perdón por el retraso —murmura Emilia, aún apenada y abrumada por lo que había sucedido en su hogar cuarenta minutos atrás.
—No te preocupes. Tus gatos primero. —No hay sarcasmo alguno en Liam.
Sonríe en respuesta mientras aprecia la de su amigo, ese gesto tierno que tanto le agrada observar. Parece feliz; también ansioso, pero feliz.
Los rizos, esos ojos café, pequeños y bondadosos; su gran sonrisa y carisma: son los aspectos más destacables en su mejor amigo. Es un hombre con características perfectas para enamorar, inteligente y romántico; sin embargo, lo conoce tanto que jamás lo vería de esa manera tan banal y efímera que podría algún día terminar y dañarlo todo. Como amigos siempre puede ser más seguro un "para siempre".
Se conocen desde que estaban en el colegio y la vida los ha vuelto a cruzar en Vermont.
Desde que Emilia tiene memoria, su mejor amigo está estupidizado con la misma mujer. Una arpía con cuerpo de modelo pero tan deplorable e irrespetuosa que incluso ha llegado a golpearlo.
—Me atreví a pedir tu plato favorito. ¿Hice mal? —pregunta él, sin dejar de sonreír.
—No, claro que no. Muero de ganas por saber qué querías contarme.
—Seguro —Realiza una mueca y mueve su pierna con nerviosismo—. Carla y yo... vamos a casarnos.
—¡¿Qué?! ¡¿Por qué?! ¿Quedaron embarazados?
«Ahí va la mula de cabeza al precipicio... —Wanda no tarda en hacer su aparición—. Esperaste mucho de él, socia».
—Nada de eso. Yo sé que no es mucho de tu agrado, pero...
—No, Liam. Está bien —lo interrumpe, una vez le regresa el aire a los pulmones. No le parece necesario escuchar las explicaciones que ya conoce de memoria—. Son tus decisiones; y si eso te hace feliz: perfecto.
—Eres mi mejor amiga, te conozco. Siempre intentas ser tan dulce, comprensiva y complaciente; pero sé cuánto la odias.
—No la odio. Yo... No conozco que es enamorarme, no conozco ese sentimiento arrasador y en algunas ocasiones irracional, así que no entiendo el motivo por el cual sigues con ella.
—Así no lo conozcas, ya te he dicho que no reprimas lo que verdaderamente piensas solo porque no es lo que el otro quiere escuchar.
«¿Y sí le entierras el tenedor, por accidente, en el cuello? Le haríamos un favor, piénsalo.»
—Lo que dije también lo pienso, Liam... También sabes que si considero que no tengo nada bueno para decir, es mejor no decirlo. Es de tu conocimiento que no me cae bien, pienso que no te merece ¿pero quién soy yo para decidir eso por ti?. Creo que esa relación no es cómo se supone debería ser un amor bonito... Todo eso ya lo sabes, ¿qué importa ya? Te adoro y voy a apoyarte siempre.
»Repito: si casarte con ella te hace feliz, es suficiente para mí.
—Las relaciones no son perfectas y la mía está muy lejos de ser un ejemplo... pero la amo, y su manera de amarme me duele menos que tenerla lejos.
»Gracias por entenderlo y ser mi apoyo siempre.
Ella sonríe, a pesar de no ser genuina y amplia. Internamente, está rogando porque recapacite en algún momento y salga de ese círculo tóxico, aplastante y denigrante.
Tal vez deban experimentar lo que es la convivencia permanente para llegar a su límite..., o tal vez las cosas mejoren entre ellos y Carla al fin se de cuenta de la maravillosa persona que tiene a su lado. Liam sólo merece amor y respeto.
ESTÁS LEYENDO
Una cita con la vida
RomanceEmilia North. 29 años, un trabajo estable, casa propia, un amigo disfuncional, seis gatos, curvas de voluptuosidad pronunciada y carne de excesiva sensualidad. Para Emilia, esos no siempre han sido atributos, sin embargo, se adhiere a la ley de conf...