I

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“ 𝑯𝒆𝒚 𝑮𝒐𝒍𝒅𝒆𝒏, 𝒈𝒐𝒍𝒅𝒆𝒏,
𝒈𝒐𝒍𝒅𝒆𝒏 𝒂𝒔 𝑰 𝒐𝒑𝒆𝒏 𝒎𝒚 𝒆𝒚𝒆𝒔 𝒉𝒐𝒍𝒅 𝒊𝒕,
𝒇𝒐𝒄𝒖𝒔, 𝒉𝒐𝒑𝒊𝒏𝒈 𝒕𝒂𝒌𝒆 𝒎𝒆 𝒃𝒂𝒄𝒌
𝒕𝒐 𝒕𝒉𝒆 𝒍𝒊𝒈𝒉𝒕... ”

I: Nada se compara con la dulce
melodía de tu voz.

『💛』

Con una agilidad armoniosa, casi brillante, acaricia con dulzura cada centímetro de la tecla blanca, la cual hace sonar una melodía fácil de distinguir, la melodía de un piano recién afinado por un profesional.

Borja juega con las notas musicales. Le encanta sentir el leve, casi impredecible toque de sus dedos contra ellas, a veces de manera violenta azotaba sin pensar una y otra vez introduciendo los acordes perfectos, otras con la delicadeza de una pluma, como si tuviera miedo de romper uno de los objetos más valiosos que tenía en su hogar. Era como si se intercalaran de tal manera que el piano sabía lo que su corazón sentía en ese momento.

Esta molesto.

Y con toda la razón del mundo, pero el gran final es lo que hace temblar los ventanales del extenso salón. Un “Do” violento había arrasado con la preciosa canción creada por él mismo.

Es eso lo que causa que un temblor muy intenso recorra el cuerpo entero del pequeño chico de diecinueve años que acababa de llegar, luego de haberse bajado unas cuantas paradas antes, pensando que se había tomado el autobús incorrecto.

Sudado, termina de cerrar la puerta que da paso a una habitación gigante, únicamente con un piano de madera antigua en el centro. Su mente alborotada al igual que sus cabellos castaños y el sentimiento pésimo de culpa al ser abrazado por el aura en el que se encontraba, parecen atormentarlo.

— Tarde, Raúl.

Y todo se le viene abajo al escuchar la voz fuerte, enojada y demandante de Borja, su profesor de piano.

Seño fruncido, brazos cruzados y agudiza la mirada hacia el pequeño cuerpo del chico a casi cinco metros de distancia.

Era la sexta clase que tenía con Raúl, y solo había llegado temprano el primer día.

— ¿Cuál es tú problema?.  — Suspira. Y parece que los pulmones de Raúl dejaron de funcionar, el aire dejó de entrar a su cuerpo y sentía sus ojitos aguados. — ¿No te importan las clases?. Si es eso, entonces retirarte, que seguramente hay muchas más personas dispuestas a tomar tú lugar.

— Eso no es así…

Murmura casi inaudible, y a Borja parece estallarle la cabeza.

— ¿Qué?. ¡Habla más fuerte!.

— ¡Q-Que eso no es así!.

Borja se levanta del pequeño banquito, alisa su camisa bermellón, en un arranque de intentar calmarse. Pero Raúl no parece querer ayudar en eso, de pie frente a Borja, abrazado a su mochila negra, cabeza gacha para no ver los afiliados ojos del hombre mayor, parece un indefenso conejito que no tiene escapatoria.

— Dime que al menos estudiaste.

Se acaricia el rostro, mientras camina con una mano en el bolsillo de su pantalón. Raúl escucha el retumbar de sus pasos que le hacen temblar cada vez más.

— Si, señor.

— Demuéstramelo.

El chico esquiva la mirada de Borja y se dirige directamente al banquito que minutos atrás había sido utilizado por su profesor.

𝗚ᴏʟᴅᴇɴ || LuzuplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora