𝗚ᴏʟᴅᴇɴ || Luzuplay

III

" 𝑰'𝒎 𝒐𝒖𝒕 𝒐𝒇 𝒎𝒚 𝒉𝒆𝒂𝒅,
𝒂𝒏𝒅 𝑰 𝒌𝒏𝒐𝒘 𝒕𝒉𝒂𝒕 𝒚𝒐𝒖'𝒓𝒆 𝒔𝒄𝒂𝒓𝒆𝒅
𝒃𝒆𝒄𝒂𝒖𝒔𝒆 𝒉𝒆𝒂𝒓𝒕𝒔 𝒈𝒆𝒕 𝒃𝒓𝒐𝒌𝒆𝒏 "

III: Tan ingenuos,
y aún así lo hicieron.

『💛』

— Luzu… — Susurra siendo arrastrado por el agarre fuerte en su mano. — Que no podemos estar aquí, hombre.

Borja, inmutable, sigue caminando a paso rápido, con un farolillo colgando de su mano, alumbrando el inmenso bosque. Árboles robustos y altísimos, suelo alfombrado por un suave manto de yerbas verdes y amarillentas, un terrible silencio y la brisa nocturna, rodeaba a los dos jóvenes.

— ¡Luzu, coñ-!.

— Shhh… Que te calles. — Interrumpía apretando aún más fuerte la mano del chico, que, aunque no lo quería asumir, tenía miedo.

En la primeras noches del campamento, todos reunidos alrededor de una fogata que iluminaba los rostros ingenuos, miedosos e impactados de los niños de trece, catorce y hasta quince años de edad, que visualizaban a aquel hombre contando fantásticas y terroríficas historias del hermoso campamento en el que se encontraban.

Raúl no se había creído ni una sola palabra de esos "cuentos para bebés", pero ahora que se encontraba en las profundidades del bosque, sin defensa, sin su educador y sin sus compañeros.

Daba un poquito de miedo.

Solo un poquito.

— ¡Ahhh!...

Grita, tal vez, demasiado aterrado, al escuchar el crujir de una rama aplastada. Es ahí cuando un sapo se acerca a la luz, para dejar como un niño llorón a Auron.

— Que te calles, coño. Ya llegamos.

— ¿A dónde me llevas, gilipollas?... ¿No serás un hombre lobo, verdad?. — Mira con una exagerada expresión de asco la espalda del mayor, mientras intenta separase del agarre nuevamente. — ¿A caso me llevas a tu cueva como cena?... ¡O peor!. ¿Eres un jodido vampiro?.

— Que no, honey. Que no… Esos solo son cuentos de niños, no existen ni los hombres lobos, ni los vampiros.

Chaquea la lengua contra su paladar al darse cuenta que quedó como un niñato de tres años que se aterra por cualquier cosa. Pero, a los ojos de un amable Luzu, eso no es así, el de mechón dorado era muy adorable cuando se creía rudo y todo un hombre, aunque solo tuviera trece años.

A los ojos de ambos, una cabaña, al parecer, abandonada se hacía presente en la oscuridad de la noche, Borja logra abrir la puerta para mostrarle a Raúl su pequeño tesoro.

Los padres de Luzu eran dueños del terreno, por ende del campamento. Y por cosas del destino, Raúl llegó para darle un vuelco de ciento ochenta grados al mundo de Luzu. Auron era todo lo contrario al castaño, era pesado, intenso, problemático y escurridizo. Por eso su madre lo mandó a un campamento de verano para chicos.

“— No creo que sea una buena idea que estés cerca de ese chico. — Hablaba su madre, mientras terminaba de arroparle. — Puede ser una mala influencia para ti, Borja.