" 𝑰 𝒌𝒏𝒐𝒘 𝒕𝒉𝒂𝒕 𝒚𝒐𝒖'𝒓𝒆 𝒔𝒄𝒂𝒓𝒆𝒅
𝒃𝒆𝒄𝒂𝒖𝒔𝒆 𝑰'𝒎 𝒔𝒐 𝒐𝒑𝒆𝒏.
𝒀𝒐𝒖'𝒓𝒆 𝒔𝒐 𝒈𝒐𝒍𝒅𝒆𝒏.
𝑰 𝒅𝒐𝒏'𝒕 𝒘𝒂𝒏𝒏𝒂 𝒃𝒆 𝒂𝒍𝒐𝒏𝒆.
𝒀𝒐𝒖'𝒓𝒆 𝒔𝒐 𝒈𝒐𝒍𝒅𝒆𝒏, 𝒚𝒐𝒖'𝒓𝒆 𝒔𝒐 𝒈𝒐𝒍𝒅𝒆𝒏 "VI: No creas que esas palabras se
las llevará el viento.『💛』
El violeta brilla con fuerza reclamando, silenciosamente su entrada en el cielo. El sol dorado está terminando de irse dejando espacio a las estrellas y que la luna ilumine gran parte de esa ciudad inmensamente brillante.
Los edificios empiezan a encenderse, las veredas son iluminadas por los faroles eléctricos, cada esquina de ese lugar vuelve a brillar sin ayuda del sol.
El invierno parece retirarse con lentitud, no quiere asumir su derrota frente a la primavera que deja a las flores silvestres despertar con calidez.
Y Borja, con una mirada aburrida, recostado contra la pared de la azotea, divisa todo ese maravilloso espectáculo, con ganas de acabar con todo.
Recién terminó su horario de trabajo, pero su amoroso jefe le recomendó que hiciera más horas, porque: "eres un gran empleado, eres el único que puede hacer este trabajo a la perfección. Te necesitamos, Luzuriaga". Y él, como todo un idiota, aceptó.
De todas formas decidió subir al techo del edificio a respirar un poco y reunir fuerzas suficientes para terminar ese condenado trabajo.
—¿Fuma?.
—No. — Responde cortante, pero su cerebro hace un click al reconocer esa voz, cambiando su semblante rápidamente a uno más amistoso. — Pero me vendría bien uno.
Sonríe desganado, mirando los ojos brillantes del joven empleado.
—Si no fuma. ¿Qué hace aquí?.
—¿Álvarez, cuantas veces te lo he dicho?.
—"No me trates de Usted, no soy tu jefe, ni un abuelo"... — Relata con burla en su voz haciéndole sacar una sonrisa. — Lo siento, pero en mi familia me enseñaron que hay que tratar con respeto a las personas mayores.
Con lentitud se acerca, y arrebata sin mucha molestia uno de los cigarrillos dentro de la caja que sostenía Raúl.
Desde abajo reprime una sonrisa, y de sus labios carmesí cuelga otro tubo blanco. — Las cosas se piden, Luzuriaga.
—Es más divertido molestarte.
Sonríe pícaro y se acerca aún más, haciendo que las mejillas de Raúl se tiñan de rojo, ardiendo.
Concentrándose en no temblar demasiado, de su bolsillo saca un mechero encendiendo ambos cigarros. Las gemas azules de Borja no se alejan del bonito rostro de Raúl, que al estar tan cerca del fuego parece un ángel precioso.
No estaba enamorado de Raúl, tampoco le gustaba, solo sentía esa extraña atracción eléctrica, solo cuando estaba él lo demás podía desaparecer, la calma llegaba y su corazón latía con fuerza. Ha soñado en destrozar esos hermosos labios carnosos mil veces. En escucharlo retorcerse bajo su tacto. También en conocer a qué sabía su café en la mañana, o como dormía, si roncaba o babeaba.
Pero no estaba enamorado de él.
Era demasiado pronto para eso.
—¿Tengo algo en la cara?. — Habla avergonzado, acariciándose el rostro, exhalando el humo sobrante.
Bajo el plateado brillo de las nubes atrapando a la luna, Borja sonríe haciendo temblar el tubo entre sus labios, escondiendo una mano dentro del bolsillo de su pantalón.
—Me pregunto: ¿Qué haces a esta hora aquí?. El horario ya terminó... ¿No tienes una familia con la cual volver?.
Raúl da una calada profunda y copia los movimientos de su acompañante, mirando hacia el frente.
—Me temo que lo único que me espera es un departamento vacío... — Una triste mirada se apaga bajo la oscuridad del cielo. — ¿Y usted?. ¿No tiene una linda esposa que espera a su llegada?.
—Me temo que solo tengo un gato gordo que no le interesa nada más que su comida y su cama. — Sonríe y Raúl se sorprende. ¿Un hombre tan hermoso y amable, respetuoso y trabajador, sin una mujer?. Su oportunidad de conquistarlo volvía a florecer. Se pudrió cuando escucho la clara charla entre él y otro compañero de trabajo. Borja le daba consejos para tener una relación sana, parecía todo un experto.
—No le creo nada. — Otra calada y se acerca cual pantera a su presa. Borja, confundido, no se mueve de su lugar. — Es usted... Perdón. — Ríe ronco y deleita a Luzuriaga con ese pequeño gesto. — Tú eres el hombre perfecto para una mujer, me parece ridículo que no tenga a nadie, Borja.
—Tal vez a la persona que quiero tener no me vea de sea forma.
—Entonces es ciega. — Borja frunce el seño confundido y sonríe por lo irónico de la conversación.
¿A caso se estaba diciendo ciego a él mismo?. Otra calada y con tristeza mira lo poco que le queda del cigarrillo. Se había hecho una promesa silenciosa: luego de terminarlo se iría a trabajar, no tenía ganas de quedarse hasta tan tarde.
Raúl tira lo sobrante de su cigarro y lo pisa contra el suelo. Una sonrisa amigable con ojitos cansados es dirigida a Borja.
—Eres un buen hombre, Borja. Por eso te admiro. — Con cada palabra una caricia es depositada, primero en el brazo de Luzu, luego en su hombro y para terminar en su pecho que es donde acaricia con más lentitud. — A tal nivel que me enrojeces el rostro y haces latir con fuerza mi corazón.
Lo dice en un susurro, deseando que la brisa que golpea su rostro se lleve esas palabras. Borja está inmutable, sorprendido, no dice una palabra, tiene la boca tan abierta que por accidente se le cae el cigarrillo al suelo.
Un guiño coqueto y Raúl se aleja lentamente caminando hacia el ascensor. — Recuérdelo.
『💛』
Pero-
El único ciego aquí es Borja.
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𝗚ᴏʟᴅᴇɴ || Luzuplay
Random"𝘚𝘰𝘯 𝘥𝘰𝘴 𝘩𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦𝘴 𝘫𝘰𝘷𝘦𝘯𝘦𝘴 𝘤𝘰𝘯 𝘮𝘪𝘦𝘥𝘰 𝘢 𝘴𝘦𝘨𝘶𝘪𝘳 𝘭𝘢 𝘮𝘦𝘭𝘰𝘥𝘪𝘢 𝘱𝘦𝘳𝘧𝘦𝘤𝘵𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘶𝘴 𝘤𝘰𝘳𝘢𝘻𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘥𝘰𝘳𝘢𝘥𝘰𝘴 𝘳𝘶𝘦𝘨𝘢𝘯 𝘱𝘰𝘳 𝘥𝘢𝘯𝘻𝘢𝘳." ...