Aurora Zaken
Entró el primer rayo de luz a la habitación por la ventana mientras abría lentamente los ojos. Fijé mi vista en el reloj que tenía en la mesita de noche y eran las seis de la mañana. Estuve pensando y reflexionando un buen rato sobre si esto valía la pena. Si valía la pena seguir viviendo, seguir en este cuerpo, seguir escuchando a mi cerebro que me decía que acabara con todo de una vez.
Tenía un cuchillo en la mano.
—Ojalá sea verdad el hecho de que hay otra vida después de esta —dije susurrando cuando reuní todas mis fuerzas y lo hundí en mi cuello. Qué satisfactorio era ver esa fuente de sangre saliendo de mí, mientras mi vista se ahogaba en la oscuridad.
Me desperté. Abrí los ojos lentamente y centré mi vista en el techo de la habitación. Tenía el pulso acelerado y estaba cubierta de sudor. Miré alrededor de mi habitación y no había ningún cuchillo ni sangre. Todo fue un sueño, pero sinceramente desearía que fuese real.
La mesa seguía ahí, manteniendo la puerta cerrada. Lentamente mi mente se empezó a despertar y los hechos de ayer aparecieron de nuevo en mi cabeza. Recordaba que quería matarme en ese momento, buscaba desesperadamente un arma... No recuerdo cómo llegué a la cama, ni cuando mi padre decidió irse.
Me acomodé en la cama. Estaba dando el mayor esfuerzo para no romper a llorar en este momento.
Duele. Mucho. La gente me dice que eventualmente mejora, pero no creo que pueda aguantar tanto tiempo. Estoy cansada.
¿Alguna vez te sentaste a pensar en todas las experiencias que tuviste y te diste cuenta de que no eres la persona favorita de nadie, que estás ahí existiendo y de la nada te viene a la cabeza alejarte de todo el mundo y estar sola disfrutando del momento?
Empiezo a entender que estar rota y sola, a veces es el mejor lugar en donde puedo estar.
No hay palabras para describir que quemada estoy mentalmente... Herir los sentimientos de una persona a veces es tan fácil como arrojar una piedra al océano, pero ¿realmente sabes a qué profundidades puede llegar?
No sabía si quedarme en la cama todo el día o ir a clase. Estaba aterrada de sacar esa mesa y abrir la puerta. Mi padre por las mañanas no está, se va a trabajar a las cinco. Eso me tranquilizaba, pero igualmente no quería ver las caras de Ainhoa y Mateo... Solo una persona hizo poner en funcionamiento este cuerpo tan inútil, Raimon.
Lentamente retiré las sábanas que me estaban cubriendo y me fui al baño de la habitación. Encendí las luces y me vi. Ese cabello despeinado de color marrón, esos pobres ojos verdes oscuros y ese collar que colgaba de mi cuello con una piedra lunar.
Recuerdo que me lo regaló Pandora: un cierto día fuimos a un pantano a las partes más altas de España y la luna estaba llena. Pandora me había pedido el collar y lo había metido en el agua donde se reflejaba la luz de la luna y después me había dicho que, si lo llevaba puesto, siempre estaría conmigo para que no me sintiera sola en el colegio. Desde ese día, se convirtió en mi piedra lunar.
Todo sería más fácil si ella estuviese aquí. Ya casi ni recuerdo cómo sonaba su voz, pero recuerdo que era suave y agradable. Esa voz era mi canción favorita, y ahora no la oiría más por mi culpa. Todo era mi culpa..., siempre es mi culpa.
Me arrodillé en medio del baño, me quité el collar y me puse la piedra en las manos. Mi cabeza se inundaba lentamente de todos los momentos que pasamos juntos. Recuerdo ese abrazo que le di en el aeropuerto antes de que ella cogiese el vuelo, nunca pensé que sería el último. Ella estaba eufórica porque iría a París y su vida cambiaría radicalmente.
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Soy mi propio obstáculo
Teen Fiction"No creo que la gente entienda que estresante puede ser explicar qué está pasando dentro de tu cabeza, cuando ni tú mismo lo comprendes."