Capítulo Intro by Lady Graham

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OLVIDA ESE AMOR

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OLVIDA ESE AMOR

by

LADY GRAHAM

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La función de teatro de esa noche, ya llevaba un par de horas de haber finalizado. Y en la oficina de ese silencioso recinto, la persona que la ocupaba, —consiguientemente de haber realizado la contabilidad—, finalmente cerraba dos gruesos libros de cuentas.

Posteriormente, echaba su espalda hacia atrás para apoyarla en el respaldo del sillón, así como su cabeza; cerrando simultáneamente los ojos en el trayecto debido al estrés por haber manejado tanto número. Esos que Terruce Granchester seguía produciendo desde su regreso a las tablas, aunque en su rostro hubiera cero de expresión cuando de actuar no se trataba.

Por el sólo hecho de recordar, sí, su guapa cara, pero marcadamente seria, el ocupante del sillón, —con lenta profundidad—, inhaló y exhaló.

Casi en seguida, se llevó las manos al rostro para tallarse los párpados y despejarse así, la idea que no se dio oportunidad de formarse. Terruce Grandchester era demasiado solitario... Demasiado callado... Demasiado desgraciado. ¡Tanto! que daba lástima a pesar de lo ricamente talentoso que era. Y para hacerle engordar más la billetera, quien fungía como contador, se dispuso a ponerse de pie.

Dos grandes fajos de billetes irían a manos del actor, siendo esa persona la encargada de llevárselos. Además, ellos dos eran los únicos que ocupaban el teatro, sólo que uno saldría de la oficina, mientras que el otro en su camerino estelar...

El dedo índice izquierdo golpeteaba una y otra vez el mismo lugar del libreto que descansaba en la mesa que yacía frente a su silla.

El codo izquierdo estaba en el brazo del asiento, en lo que su grande mano cubría gran parte de su bello rostro. Ese que reflejaba concentración, al no haber en su ser el más mínimo deseo de irse a casa a descansar.

— ¿Para qué?

Una partecita en su mente lo hubo cuestionado; si allá había lo mismo que en su corazón: ¡NADA! sólo un hueco que le había dejado... el amor. Sentimiento que enterrara el mismo día que ella partiera. Susana también; y con su persona, las ganas de sonreír.

Lo bueno, que el escenario le ayudaba bastante, lo mismo que las tragedias de Shakespeare. Esa que debía ensayar no era la excepción. Y para el rol, Terruce Granchester era el adecuado. Su tristeza lo había hecho merecedor de interpretar a Bruto, el cual debía confrontarse con el honor, el patriotismo, la amistad... y el suicidio.

Al llegar a esta parte del libreto, Terry se irguió en su lugar, enfocando su mirada en las líneas a decir.

"Casio, es verdad; y le quiero bien no obstante. Mas ¿por qué me detienes tanto tiempo? ¿qué me quieres decir? Si fuera cosa que con el bien común se relacione, por la honra y la muerte ante mis ojos. Y con igual impavidez la vista en ambas fijaré. Porque a los Dioses juro yo que es mi amor de la honra al hombre más grande que mi miedo de la muerte"

OLVIDA ESE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora