「De ma vie」

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Hay cosas de ti, Detective Reed, que nunca podré entender.

Incluso ahora, dormido entre mis brazos... no puedo entenderte.

Tú, el error más grande de mi vida.

(...)

Hay cosas de ti, que como tú, RK900, nunca voy a entender.

Incluso ahora, dormido entre tus brazos... no puedo entenderte.

Tú, el amor más grande de mi vida.

▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁

Esta mañana me despertó tu beso.

No quise hablar, solo te miré mientras te vestías. Oh, y te veías tan sexy, apurado y despeinado que quisiera que seas mío. Ser el primero y único en tu vida. Y sé que te vas, pero soy egoísta contigo. Pero no me culpes por serlo, porque, tanto como quiero que tú seas mío, yo, soy tuyo.

— ¿Tienes que irte? —, no me importo el orgullo y te pregunté.

Joder, deja de empacar y escúchame: quisiera ser yo, y solo yo, a quien beses, abraces y mires. Tu amante, tu amigo...

Tu primer amor, RK900.

— Tengo que, Gavin — respondiste, neutral —, el avión sale en una hora.

— ¿Y qué tal si te quedas...— te pregunté —... media hora más?

— Gavin — suspiraste.

Sí, sé que este es el final, y no es suficiente, porque yo te quiero a ti.

— Sí, sí, lo sé, solo bromeaba.

Pero el que te quiera, ya no nos alcanza.

Tú te vas, y sé que vas a dejarme. Desnudo, entre las sábanas frías en dónde anoche abrazaste y besaste. Y sé que yo te lo pedí, pero solo me basto ese beso para sentirme querido y, quizás, hasta amado.

— ¿Vienes a despedirme al aeropuerto? — me preguntaste y yo te miré.

Y «la verdad, que sí», contigo, dónde quieras.

— Nah, tengo sueño — bostecé, bajando los pies descalzos de la cama —, creo que voy a seguir durmiendo.

Pero, «la verdad, que no», en el aniversario de nosotros no quiero verte partir.

— Está bien, descansa, Gavin.

Y mientras me besas por última vez, quisiera encontrar la fuerza debida para decirte adiós. Todos nuestros momentos juntos se burlan de mí y no sé cómo mirarte. Y ya no. De camino a la puerta principal, las palabras ya no quieren salir.

— Ten un buen viaje, RK900 —, dije, queriendo decirte que no me dejes.

Pero sé que no te detendrás, incluso si te lo pido.

— Cuídate — golpeé tu pecho suavemente —, y, de en vez en cuando, rompe alguna regla.

Mierda, perdón si no fui sutil y no supe esconder mi tristeza, pero es que Canadá está lejos de casa y sé que, como yo, tú también estarás solo.

Filo dulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora