11

127 20 16
                                    

SAM

Juego con mis dedos mientras observo a Anna sentada a unos metros de mí.

Sus amigas están rodeándola mientras llora y sólo puedo sentirme peor.

Estuvo muy mal el no decirle antes. Pero si tan sólo hubiera tenido tiempo, lo hubiera hecho.

Suspiro.

Me acerco con pasos lentos, recibiendo gradualmente miradas desagradables y llenas de furia por parte de las chicas del equipo de baloncesto.

- ¿Qué haces aquí, idiota? ¡Esfúmate!

-Sinvergüenza, eres un degenerado. ¡Usaste a Anna todo este tiempo!

-A mí nunca me caíste bien.

-Eres la reencarnación del demonio.

-Voy a patearte y encestaré en tu trasero un gigantesco palo lleno de clavos que destrozarán cada parte de...

-Ya basta, chicas- susurra Anna limpiando sus lágrimas y mirándome.

Me encogí, cagado de miedo. No quiero que nada con chuzos entre en mi trasero...

-Anna- la llamé y traté de llenarme de valor- ¿Podemos hablar?

- ¿Crees que no me bastó con lo que me dijiste en la mañana? ¿piensas que soy tan estúpida como para ir contigo a que mi corazón se termine de romper? No, cariño. Se acabó, punto. Piérdete.

-Anna, no quiero que todo termine de esta manera. No fue mi intensión lastimarte. Pasaron tantas cosas, en serio. Necesito explicarte.

-Pero yo no quiero que me expliques.

-Sólo será un minuto, por favor.

-Agh- se puso de pie, ignorando las protestas de sus amigas y pasó por mi lado, indicándome silenciosamente que la siguiera.

Miré por última vez a las chicas, alertándome por la cantidad de amenazas que pueden comunicarse con sólo gestos y miradas.

La seguí en silencio hasta un pasillo vacío y cuando volteó a mirarme, recordé todo lo que viví con ella.

Fue la primera chica con la que salí. Siempre fue dulce, atenta y muy cariñosa. Nunca antes me molestó o me incomodó ese rasgo de ella, pero ahora mismo, sólo deseo los besos y los abrazos de otra persona.

Anna siempre fue muy especial para mí. Me ayudó en muchas ocasiones y me hizo sonreír cuando lo necesitaba. Sólo fue cuestión de tiempo para que me empezara a gustar.

Pero ahora, todo es diferente.

-Anna, sé que va a sonar muy, muy loco, pero... Soy un hombre lobo.

-Ajá... Como si te creyera.

- ¡Es en serio! No sé cómo pasó. Papá dice que es porque, soy hijo de ellos y en parte, tiene lógica. Mi lobo estuvo oculto todos estos años y lo único que pudo despertarlo fue mi mate.

-Así que encontraste a tu mate y mágicamente te convertiste en lobo.

- ¡Sí, exacto! -sonreí- Eso fue lo que sucedió. Quise decírtelo más pronto, pero no tuve oportunidad, lo siento mucho- me acerqué un poco- ¿Recuerdas lo que solías decirme?

Baja la cabeza y suspira.

-Que, aunque encontrara a mi mate, tú ibas a seguir siendo mi primer amor, que jamás te olvidaría.

-Exacto...-agarré sus manos- Tú eres mi primer amor. La primera chica que me besó y nunca olvidaré todo lo que pasamos juntos. Pero algo que asimilé mientras estaba contigo, fue que nunca podría tenerte por completo, que eras tan maravillosa, tan increíble, que simplemente no podías ser mía. Estás hecha para alguien más y sé que ese alguien va amarte muchísimo y va a valorarte, como yo siempre lo soñé. Ahora, yo tengo a ese alguien- sonrío mientras a mi mente llega la imagen de Amaris- Eso que siempre quise. Y no puedo estar más feliz y emocionado, te lo juro. Y deseo que lo entiendas, que me apoyes y no te alejes ni te enojes, porque siempre serás muy especial para mí, Anna.

Sam Donde viven las historias. Descúbrelo ahora