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SAM

Desde pequeño he sido adicto al contacto, a la calidez de un abrazo, el cosquilleo de un beso, todo aquello que me permita expresarles mi amor a las personas de mi alrededor.

Por eso cuando siento un cuerpo sorprendentemente cálido y cómodo enredado con el mío, lo primero que hago es acercarlo más a mí, si es que eso es posible.

Emito un sonido de satisfacción y puedo sentir el sol calentar mi piel. Mi nariz busca instintivamente, el origen del olor que me nubla los sentidos. Olfateo y siento mis colmillos asomarse.

Quiero un poco de sangre.

Y en este instante huele tan bien.

El cuerpo se remueve un poco y abro lentamente los ojos. Con tan solo ver el perfil de su rostro, los recuerdos de la anterior noche vienen a mí.

Yo, convirtiéndome en un lobo.

Yo, derribando como un animal la entrada principal de la casa de uno de mis mejores amigos.

Yo, buscando mimos de la que chica que ahora duerme junto a mí.

Mi...

Mi mate.

Sacudiendo mi cabeza, espanto los rastros de sueño. Me apoyo en un codo, alzando un poco mi torso. Mi brazo libre descansa en el abdomen de ella, mi pierna la rodea por la cintura y me sonrojo por completo cuando me doy cuenta de mi desnudez.

Me separo con lentitud y me cubro con la manta que estaba en la parte inferior de la cama. Ya más decente, con la tela envuelta en mi cintura, me doy el lujo de detallar a Amaris, que dormía a mi lado.

Su cabello negro, se esparcía por toda la almohada, brillaba bajo la luz solar que entraba por la ventana, la expresión de su cara reflejaba calma, con sus labios rellenos entreabiertos. Tapo mi boca cuando escucho un suave ronquido.

Es que ronquido más tierno que he oído en mi vida.

- ¿Ya terminaste de mirarla como un acosador? -me sobresalto cuando escucho una voz.

Miro hacia la puerta y me encuentro con Dust apoyado contra el marco, cruzado de brazos y sonriendo de lado.

Aprieto mis labios, avergonzado por mi comportamiento de ayer. No podía controlar mis instintitos, emociones o si quiera acciones, en mi mente reinaba un solo objetivo y ese era llegar hasta Amaris.

-Dust, yo...

-No digas nada, no hables muy fuerte. Amaris no ha dormido bien y esta es la primera vez que veo que está descansando de verdad. Levántate con cuidado y sal, todos te estamos esperando. Debemos hablar.

Y con eso, sale de la habitación.

Ok... Estoy en muchos problemas.

Me levanto al mejor estilo ninja y cuando estoy de pie al lado de la cama, ajusto mejor la manta y rezo para que no se caiga.

Otro ronquido me hace mirarla por milésima vez. Se ha acomodado y ahora abraza una almohada. Me acerco y mi pecho se calienta, disfrutando su olor. Me pongo en cuclillas y mi mano tiembla cuando la acerco y retiro el mechón de cabello de su rostro. Después de eso la llama de mis dedos da un suave viaje por su mejilla sonrojada, llegando a sus labios, de un lindo color rojo. Mi respiración se acelera un poco cuando mi pulgar roza su labio inferior, mucho más grueso que el superior.

Eres preciosa.

Me detengo cuando siento que otra cosa se está empezando a despertar.

Concéntrate, Sam, no seas un cochino pervertido.

Sam Donde viven las historias. Descúbrelo ahora