PRÓLOGO (EDITADO)

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OMNISCIENTE

Carter Wells corría. Más bien, huía.

Su respiración era agitada, el pánico se reflejaba en sus ojos azules. Estaba cansado, sus pies ardían y sentía el oxígeno escapar de sus pulmones, pero sabía muy bien que no podía parar. Ellos lo alcanzarían y se la quitarían.

La bebé en sus manos lloraba.

Corrió y corrió hasta que divisó una cabaña abandonada.

Se esforzó y llegó a ella para luego encerrarse allí.

A unos kilómetros de distancia se encontraban tres rubios.

-Lo alcanzo a oler- dice Pierce- Sigamos por acá.

-Estoy tan cansado de correr- se queja Rory, pero de igual forma, lo sigue.

Cruzan una carretera para volver a entrar al bosque y no perder el olor de Carter, pero no ven el carro que venía hacia ellos.

Pierce reacciona cuando escucha la bocina.

Estira sus manos hacia el automóvil, lanzando un humo verde oscuro que hace lo hace volar.

Dentro de él, Lion y Martha gritan.

La mujer abraza con fuerza a su hija recién nacida. Impactan contra el suelo, y Lion muere al instante, por un golpe en su cráneo.

Martha lo siente y grita de dolor mientras llora. El dolor en su pecho es insoportable, mucho más que el de sus piernas, las cuales se habían fracturado. Mira a su hija llorar entre sus brazos.

Martha sabe que morirá pronto, teme por su bebé.

- ¡Pierce! -grita furioso el tercer hermano- ¡Hay un bebé allí! -señala el auto.

-Me importa una mierda, el más importante es el que perseguimos. Si quieres limpiar la basura, hazlo- el mayor se pierde entre los árboles y Rory lo sigue sin decir una palabra.

El rubio de ojos azules mira el auto y sin pensarlo mucho, va hacia él.

Se agacha y puede ver a una mujer con un bebé en brazos en el asiento trasero.

-Señora...

Martha se queja y ve en él una luz. Le ofrece su bebé, llorando.

-Por favor...-susurra. Siente la fuerza drenar de su cuerpo.

El rubio lo recibe y ve con pánico a la mujer caer inconsciente.

-Mierda- maldice y ve al bebé en sus brazos.

Ha dejado de llorar.

Mira a todos lados y se inclina en la ventana, para poder registrar el olor de aquellos lobos.

Se pone de pie y olfatea el aire. Hay un punto, no muy lejano, donde el aroma se intensifica. Puede ser la casa de ellos.

Corre hacia aquel lugar y como había pensado, no quedaba muy lejos.

Se acerca a la puerta y deja al bebé levitando en una nube de humo naranja, para luego tocar la puerta y correr a esconderse tras el árbol más cercano.

Un niño abre y ve al bebé.

Abre los ojos y lo coge entre sus brazos, mirando a todos lados.

El rubio asiente, seguro de que el bebé está en buenas manos y luego sigue corriendo, siguiendo el olor de sus hermanos.

Los encuentra a unos kilómetros.

- ¿Qué pasa? -pregunta.

-Hemos perdido su olor- dice Rory.

Sam Donde viven las historias. Descúbrelo ahora