He estado por mi cuenta desde hace un tiempo.
Leyendo páginas de mi vida que no recordaba haber escrito.
Me di cuenta que las palabras que olvidé son las que más necesitaba escuchar.
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Me perdí en nuestra historia y no sabía cómo escribir un final.
Pero cuando por fin terminó nuestra narrativa seguí mirando la portada y las páginas.
Buscando el error en las palabras que escribí.
Deseando que la narración nos hubiera llevado al final feliz.
Pero me di cuenta que tal vez nuestra historia debió quedarse más corta de lo que fue.
Y debí decir adiós la primera vez que me lastimaste.
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Te pedí que me odiaras y que me pidieras que marchara.
Pero me mantuviste ahí, sabiendo que lo único que hacías era lastimarme.
Te pedí que me dejaras de hablar y que me dijeras que buscara alguien más.
Pero me confundiste más, manteniéndome preso de un dolor silencioso.
Todo el mundo dice que del amor al odio hay un paso, yo solo te pedía que me dejaras darlo.
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Te escribí murales en los que te dedicaba el cielo.
Hice de mí un personaje perfecto en tu historia.
Te hice mi religión y te di todas mis plegarias.
¿Por qué tenias que hacerte la villana de mi historia?
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Dejé a todos como mi segunda opción, por si aparecías queriendo ser la primera.
Incluso sabiendo que yo no estaba entre tus opciones, porque siempre sería tu plan de emergencia.
¿Era tan difícil tener un poco de consideración conmigo y mi corazón roto?
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Pero ahora que ya llegamos al final de la historia veo la clase de personaje que eres.
Y sé que cada palabra con la que te describí solo era un producto del amor que te tenía.
Porque recuerda que fui yo el que te escribió el papel de reina que tanto te creíste.
Fui yo el que te puso en el pedestal en el que me engañaste.
Y si escogiera las páginas en las que estuviste ahí para mí, tendría las manos vacías.
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No puedo decir que fue todo tu culpa, porque yo dejé que me lastimaras.
Eras manipuladora como solo una rosa lo podría ser.
Porque por cada pétalo que se te caía, tenías una nueva espina.
Y te toqué sin saber lo venenosa que podías llegar a ser.
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Rompiste todo lo bueno que tenía.
¿Qué te queda ahora?
¿Quién está a tu lado?
¿Qué personajes de tu historia realmente valen la pena?
Hiciste nuestra historia miserable.
Y al final de tu historia, sé que lamentas no ser parte de la mía.