Cuadro De Amor.

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Voy a pintarte una historia.

Una que tiene muchos colores.

Una que sin saber en qué momento se torno de gris.

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Cuando la vi por primera vez era dorada.

Tan brillante que no la podías dejar de ver.

Tan atractiva que parecía oro.

Tenía el color de los Dioses falsos.

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Cuando sonreía, era imposible no pintarla con un amarillo brillante.

Te sentías orgulloso de presenciar en primera fila a una Diosa que habitaba entre los mortales.

Ella te podía traer una felicidad que parecía droga.

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Pero cuando te lastimaba la veías de azul oscuro.

Era como una tormenta que destrozaba todo lo que habías construido.

Cada gramo de felicidad que te daba, era capaz de quitártelo con una sola mirada.

¿Cómo algo que amabas tanto te podía hacer tanto daño?

.

Muchas veces llegué a pintarla de un verde cargado de envidia.

Porque simplemente quería ser todo lo que ella era.

Tan atractiva que tenía a todos comiendo de la palma de su mano.

Porque sabía que, incluso si lo intentaba, jamás le podría a hacer a alguien lo que ella me hizo.

Mientras su sonrisa crecía, la mía cada vez se desvanecía.

¿Cómo lo hacía? Nunca lo supe.

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Sus palabras casi siempre me pintaban de gris.

Uno tan opaco que nunca me di cuenta de la manera tan silenciosa en la que me lastimó.

Porque era experta en hacerme sentir necesitado de su aprobación.

Con ella podía gritarle al cielo que me amaba, pero el cielo sabría que nunca me amé como la amé a ella.
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Porque nunca me di cuenta del rojo tan intenso del que la amé.

Uno tan fuerte que me cegó todos los otros colores.

Uno tan fuerte que no me dejó ver en quién me estaba convirtiendo solo para no perderla.

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Amarla fue de rojo.
Perderla de azul.
Odiarla de negro.
Pero cuando la superé, todo fue amarillo.

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Porque sí, amarla fue de un rojo tan ardiente que me consumió.

Me alejó de mi mismo y llegó a quemarme.

Perderla fue de azul y de gris, dejándome con un sentimiento de melancolía tan oscuro que sentía que estaba apunto de perderme.

Odiarla fue de negro, una tan intenso como el rojo del amor.

Pero olvidarla trajo un amarillo tan claro que sabía que nunca volvería a la oscuridad.

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Y al final de la historia, entendí cómo tenía que pintar el cuadro del amor.

Entendí que el amor que tenemos por alguien puede ser de un rojo cálido. 

Ese rojo que te brinda seguridad y en algunos momentos pasión.

Pero nunca debería ser de un rojo ardiente, de esos que te queman a ti y a todo lo que amas.

Porque esos terminan destruyéndote.

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Amar no debería doler.

Amar tiene muchos colores, es casi como un arcoíris.

En el momento que notes que hay más tormenta que sol, es momento de dejar el lienzo.

La vida es muy corta como para amar a personas que solo te hacen sentir gris.




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