capítulo IV

10 1 0
                                    

     Comenzó a amanecer, por las ventanas de la casa de Josta y Magy empezaban a colarse los primeros rayos del sol, y los pájaros en los árboles de los alrededores comenzaban a entonar su canto, dando inicio a la mañana. Como siempre, Josta se despertó temprano esa mañana, debido al canto incesante de los pájaros. En la cara de Josta había unas ojeras que se notaban bastante, ya que Josta padecía de insomnio y por lo tanto le costaba mucho dormirse; siempre terminaba durmiéndose por las tres o las cuatro de la mañana, para ser despertado luego a las siete u ocho, todos los días. Por suerte para él, esto pasaba tan a menudo que su cuerpo y mente terminaron acostumbrándose, por lo que ya no le afectaba tanto, pero de igual manera, y sin falta, se tomaba una taza de café súper cargado para estar alerta; era un café tan genuinamente fuerte que haría quedar a la mezcla especial Godoy  n° 107 como una simple taza de té sin azúcar.
     Abarcando el tema del café, Mark Godoy, el creador de la receta de café más potente de todo el reino, casi manda a alguien a "encargarse" de Josta por haber creado un café mucho más intenso que el suyo, resultando ser la mezcla de Josta tan potente que sólo los demonios podían tomarla. Como los demonios eran una raza casi extinta, Godoy lo reconsideró, y comprendió que no sería una amenaza para su empresa, de hecho, insistió en contratarlo, consiguiendo como respuesta una negativa, ya que a Josta no le interesaba su empresa, aún así Godoy vio su pasión por el café y desde ese día le agradó. Ahora Godoy era un amigo de Josta, y siempre le decía que algún día crearía un café tan fuerte que ni él, siendo un demonio, podría soportarlo, como un juramento creado entre dos amigos apasionados por el café.

                         ♠♠♠

     Esa mañana Josta se dirigió a la cocina para preparar su mezcla especial, a la que el llamaba "levanta muertos", y al terminar se dispuso a tomarlo mientras leía un libro, sentado junto a la ventana de la cocina como solía hacer. De pronto, algo le hizo sentir que esa vez era diferente a todas las demás, pues se sentía... observado. Paseó su vista con recelo por toda la habitación buscando al culpable de su extraña incomodidad, encontrándose con una sospechosa silueta asomada por fuera de la ventana de su cocina. Con aire desconfiado, Josta se aproximó a ella, atento a cualquier movimiento inesperado que pudiese tener lugar.

     —¿Quién está ahí? —preguntó Josta mientras se aproximaba hacia la ventana, acercándose lo suficiente hasta toparse con los ojos de alguna extraña persona, clavados insistentemente en su taza de café. Josta se sobresaltó, pero al instante reconoció al dueño de esa aterradora mirada—. Ah, era sólo usted, señor Godoy. ¿Qué hace por aquí? Y más importante... ¿por qué me espiaba por la ventana? Si necesitaba algo simplemente pudo haber llamado a la puerta como cualquier persona normal.

     —Oh, pero ya me conoces muchacho... soy una persona muy excéntrica y por eso todas mis apariciones son tan excéntricas como yo. Además, no hay nada más divertido que espiar a la gente hasta que se den cuenta de tu presencia. —El hombre le dedicó una sonrisa torcida mientras, con dos de sus dedos, jugueteaba con uno de los extremos de su predominante bigote café oscuro—. Los motivos de mi espectacular presencia en un lugar tan pintoresco como éste son simples joven muchacho, intento averiguar cómo superar a tu maravillística mezcla de café "levanta muertos", amigo mío.

     —Entonces supongo que ya sabrá cómo está hecha mi mezcla debido al tiempo que lleva espiándome —dijo Josta apacible, ya conociendo de antemano la extraña actitud que se cargaba el excéntrico sujeto frente a él.

     —Negativo, amigo mío. Soy un hombre muy ocupado, y apenas salí del trabajo. Estoy aquí desde hace tan sólo cinco minutos —añadió con bastante naturalidad, como si se tratara de algo demasiado común espiar a alguien una vez se saliera del trabajo.

Demonic JourneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora