Deuda pendiente.

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BRUNO.

Lo que me pase a mí no le pasa a nadie. ¿Qué hago yo metido en un armario? ¿Quién me mandaría a mí subir a casa de Yaiza a tocar la guitarra? Siempre me meto en unos marrones ...

Su madre había llegado a casa después de recoger a Carlota de casa de una amiga. Algo le había comentado a Yaiza, sin embargo se le había olvidado.

- Mamá, ¿qué haces aquí? - escuché decir a Yaiza desde dentro.

- Esta es mi casa, no sé si lo sabías - contestó con tono irónico. Su madre trabajaba en el hospital, pasaba poco tiempo en casa y era bastante maja. Es de mediana estatura y su pelo es multicolor, tiene mechones de pelo de colores diferentes. - Vivo aquí.

- Vaya preguntas haces, Yaiza - chinchó Carlota.

- ¿Y qué hay de la compra? Tendremos que cenar algo, ¿no?

- Uff, es verdad - suspiró su madre. - Ahora me acercaré. ¿Me acompañáis?

- No me apetece, mamá, vete tú - rechistó Carlota.

- Yo no puedo, mamá, me están esperando en la piscina - dijo Yaiza, cerrando la puerta de la cocina, que era donde se encontraban.

Me tomé ese gesto como una señal para huir de la habitación. Busqué mis chanclas todo lo rápido que pude e intenté hacer el menor ruido posible con ellas al caminar. No encontraba mi móvil y tenía poco tiempo. Cuando me di la vuelta, tenía a Carlota pegado a mí:

- ¿Buscas esto? - me miraba sosteniendo mi móvil con su mano.

- H, hola, Carlota - balbuceé. - Justo estaba buscando eso, ¿me lo puedes dar, por favor? Es que tengo prisa jeje.

- ¿Y eso? Quédate un rato más, ya verás que sorpresa se lleva mi madre!

- No puedo, tengo que irme. Me están esperando en casa que tengo que hacer la cena. Esta noche si quedamos te aviso y hablamos, pero a tu madre de esto ni una palabra, ¿vale?

- ¿Qué me das a cambio? - me chantajeó la hermana pequeña de Yaiza.

- ¿Qué es lo que quieres de mí? - inquirí.

- Déjame unos días para pensármelo.

- Vale, pero devuélveme el móvil ya, por favor - hice un primer intento de cogerlo pero lo apartó. Fue tras el segundo cuando lo logré coger.

Salí corriendo por la puerta de su casa y bajé las escaleras lo más rápido que pude. Cuando llegué a la piscina, había una toalla colocada junto a las nuestras. Era la de Daniela, pero ella no estaba allí sentada. Estuve media hora esperando hasta que apareció Daniela:

- ¿Dónde andabas? - la pregunté.

- Había subido un momento a casa a por mis cartas pero me he entretenido un poco más. ¿Y tú, que llevas todo la tarde desaparecido? Solo he visto que tenías tu toalla aquí puesta.

- Pues... estaba en casa de Yaiza.

- ¡¿En casa de Yaiza?! - preguntó alucinada.

Estuve explicándole todo lo que había ocurrido allí detalle a detalle. Finalmente la pregunté por su opinión:

- Yo creo que Yaiza te gusta - insinuó Daniela.

- Puede que sí que me haga tilín.

- A ti te hace tolón tolón - me corrigió, siempre con su toque humorístico. No puede hacer otra cosa que reírme ante esa situación. Daniela tenía un gran corazón en su interior, solamente hace falta pulirlo un poco.

- Por favor, Daniela, no se lo cuentes a nadie, y mucho menos a Yaiza. Prométemelo - insistí.

- Te lo prometo por Arturo, por la raja de mi culo... - los dos nos echamos a reír. - No en serio puedes confiar plenamente en mí.

- Eso pensaba, Daniela. Pero, una última cosa que no entiendo, ¿que querrá de mí, Carlota?

- No tengo ni la más mínima idea.

Formas de plantar a un tío e irte de rositas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora