El mensaje.

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BRUNO.

Ya había llegado a casa. Mi madre seguía trabajando por lo que me tocaba a mí cocinar para los cuatro: mi padre, mi madre, mi hermana y yo. Extendí la toalla sobre la cuerda de tender y me cambié el bañador. Justo después me dispuse a hacer la comida, pero un pensamiento se me cruzaba por la mente: la conversación con Yaiza.

Pocas chicas habían conseguido ponerme en esa situación de comodidad y bienestar. La última me dejó bastante mal el corazón y últimamente me costaba más entablar una relación con una chica. Sin embargo, Yaiza me ha hecho sentirme a gusto con ella.

Mientras todo esto me pasaba por la mente, mi hermana trataba de despertarme de mi trance para advertirme de que el aceite se estaba quemando.

- Bruno, se te quema el aceite, ten más cuidado con el fuego.

- Sé perfectamente lo que hago hermanita - la respondí con cara de pocos amigos.

- ¿A ti qué te pasa? - preguntó ella. - Que has vuelto muy raro de la piscina.

- Nada, cosas mías que no entenderías, pequeñaja. Anda, ves poniendo la mesa que ya está la comida.

Por la tarde, me decidí a bajar a darme un chapuzón en la piscina y poder así comprobar si Yaiza se encontraba allí abajo. Una vez allí, me di cuenta de que no estaba. Fue entonces cuando el corazón empezó a palpitarme. Ya sé, no la conozco casi pero tenía una sensación que no sabría explicar.

Tras un rato y después de haber conseguido su teléfono a través de otra chica, decidí escribirla un whatsapp.

"Ey, pequeña, ¿dónde andas metida, que no se te ha visto hoy por la piscina?"

Nada. No contestaba. Pensaba que le había causado buena impresión y que mantendríamos al menos una relación de amistad, pero nada.

Se hizo de noche y había quedado con un grupo de chicas de la urbanización, ya que mis amigos estaban repartidos por varias localizaciones de España de vacaciones.

Taylor, ojos claros, pelo rubio (bueno, la verdad es que su color de pelo causa grandes debates), era demasiado avispada como para darse cuenta de que andaba despitado y cabizbajo. Así que logró separarme del grupo y someterme a un tercer grado:

- ¿Qué te pasa esta noche? Estás muuuy raro.

-¿A mí? Nada, ¿por qué lo preguntas?

- Bruno, sabes que no puedes mentirme. ¿Acaso te crees que soy idiota? - insistió.

- Creo que idiota no; perspicaz, un rato. Pues no sé por dónde empezar ... - repuse dubitativo

- Una chica, ¿verdad?

Formas de plantar a un tío e irte de rositas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora