Capítulo 3

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Padre no dijo ni hizo nada más incluso después de comer, permaneció sentado en el taburete con los ojos sobre la superficie de la mesa, el tiempo transcurrió mientras limpiaba la mesa y el suelo. Deje los papeles que le había mostrado anoche en el suelo, como un recordatorio para él de la situación en la que estábamos y quién era él.

Le dije que se recostara en la cama, algo que hizo con algo de resistencia, mire las marcas que había dejado en su cuerpo. Se habían oscurecido formando moretones, líneas rosas contornean las detestables marcas.

"Yo, preferiría no tener que herirte".

Le dije recorriendo con mis dedos sus heridas, Padre se estremeció, su cuerpo entero estaba crispado. Entonces tomé su mano entre las mías para cambiar su vendaje, él aún estaba quieto mirando en otra dirección cuando desenvolví la gaza dejando su dedo expuesto.

"Ya está un poco mejor".

Le hice saber antes de limpiar la herida y volver a vendarla.

Lo dejé sentado en la cama mientras él miraba fijamente el vendaje nuevo en su dedo, me dediqué entonces a limpiar la pequeña cocina.

El aroma del desayuno aún rondaba pesadamente en el aire. Incluso con la pequeña ventana del baño abierta y el frío entrando por ella.

Debido al frío los calentadores de la habitación se abrumaron, después de un tiempo cerré la ventana y la cabaña pudo calentarse nuevamente.

"¿Qué harás?"

Uriel me preguntó finalmente levantando la vista para verme.

"¿Qué harás si yo no puedo amarte de la forma que tú deseas?"

Lo vi encogerse luego de hacer la pregunta, como si esperara una retribución inmediata por haberla hecho. Me senté en la cama y él volvió a encogerse cuando mi mano trató de alcanzarlo, sin embargo, no tenía un lugar a donde escapar, finalmente mi mano alcanzó su cabello y lo acaricié.

"¿Me vas a matar?"

"No quiero hacer eso..." Respondí.

"¿Pero lo harías?"

Me incliné sobre él besando su frente.

"No hablemos de eso ahora." Dije tratando de besarlo, pero padre giró su rostro.

"Necesitamos hablar de esto ahora mismo." Dijo.

"Lamento mucho no haber estado para ti, pero esa nunca fue mi intención. De alguna manera yo me hubiera preocupado por formar parte de tu vida de haber sabido de ti antes".

Tire entonces de su mentón, girando su rostro para que me mirara.

"Eso ya no es suficiente".

"Entonces ¿podrías matarme ahora mismo?"

Me respondió alzando la voz en concordancia con lo irritado que se veía.

"¡Yo no puedo darte lo que quieres!"

Presioné mi cuerpo contra el suyo hasta tenerlo acorralado, aunque lucho fue un esfuerzo inútil, realmente no había un gran esfuerzo detrás de su resistencia, él estaba agotado.

"¿De verdad?"

Pregunté, tirando de la cadena que había enganchado en la pared detrás del marco de la cama. Vi a padre luchar, retorciéndose con fuerza determinado a no quedar atrapado por el agarre de la cadena, casi me reí de su valiente esfuerzo. Uriel luchó tan fuerte que la herida de su dedo se abrió de nuevo, una pequeña gota de sangre se hizo visible a través de la gaza que envolvía su dedo. Yo, lo dejé batallar dejándole hacer todo lo que quería, esperé hasta que su vigor recién descubierto se esfumara para finalmente sujetar bien la cadena que pasaba por el ojal de su collar.

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