Capítulo 1.

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CHARLIE WEASLEY

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—Vamos Herms, queda poco —dije animada caminando por el bosque.

—Habla por ti que haces ejercicio —dijo Hermione con poco aire.

Días después de mi cumpleaños debía de reunirme con los Weasley. Viaje que me acompañaría Hermione. Había pasado unos días de verano conmigo y mis abuelos. Participo en mi cumpleaños al igual que Remus, cosa que me alegro demasiado.

Remus, junto con mis abuelos, me dieron el permiso de ir a los mundiales de Quidditch. Invitación por parte del señor Arthur.

Estaba tan emocionada por llegar y pasar algunos días en la Madriguera. Desde segundo año que no pasaba por su humilde pero grandiosa casa. Amaba a los Weasley y el gran amor familiar que emanaba la madriguera.

Sin embargo para el viaje a la madriguera hubo complicaciones. Mi abuelo se olvido de comprar más polvos flu, cosa que le toco recibir una gran reprimenda por parte de mi abuela. Fue gracioso para Hermione y para mi, pero no para mi abuelo. Fue Lupin que se le ocurrió la idea del traslador. Decía que era mucho más seguro y fácil que ir por medio de la "aparición", pero jamás dijo que nos dejaría algo lejos del destino a donde queríamos llegar.

Para mi no era batalla difícil, a comparación de mi querida mejor amiga.

—Ya veo la madriguera —dije con una sonrisa en el rostro.

Nos encontrábamos a unos metros de distancia. Podía observar desde mis pasos las caballeras rojas de los gemelos y Ginny Weasley.

—¡Oh por Dios, es Violet y Hermione! —gritó Ginny al vernos dos metros de la cerca.

Los gemelos pararon lo que sea que estaban haciendo y giraron a dirección donde corría Ginny hacia nosotros con brazos abiertos.

—¡Me alegra que al fin llegaron! —dijo Ginny mientras nos daba un gran abrazo a ambas—. Estoy harta de estar con tanta testosterona.

Hermione y yo reímos.

—¡VIOLET! —gritaron los gemelos mientras daban grandes zancadas.

Su altura era impresionante. Ambos quitaron a empujones a Ginny para saludarme y envolverme en sus largos y delgados brazos, mientras me llevaban dentro de la madriguera. Fred me tomaba de los hombros, por el otro lado George tomaba mi pequeño equipaje (el suficiente para los días que pasaría en la Madriguera y en los mundiales).

—Te tenemos una gran noticia —dijo Fred sonriendo—. Le dimos al primo de Harry uno de los tantos caramelos que hemos preparado.

—¿Cuál de todos? —pregunté intrigada.

—Caramelo longuilinguo —explico Fred, muy contento—. ¡Y ha funcionado! Nos sirvió de mucho tus consejos y sabiduría sobre pociones.

—Hemos pasado el verano buscando a alguien en quien probarlos. Creíamos que aquel niño mimado era la perfecta víctima —dijo George chocando los cinco con Fred.

—Estoy tan orgulloso de ustedes —dije fingiendo limpiar una lagrima.

—Así que Harry ya llego —dijo Hermione escuchando la conversación con una mueca de disgusto. Odiaba las bromas que hacían los gemelos.

—Así es, todos se encuentran dentro —me miró George—. Creo que más de uno se alegrara de tu llegada.

—¿De qué hablas?

Violet Scamander y el Cáliz de Fuego (Reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora