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Después de un rato decidimos que era hora de comer, pues de seguir así, seguramente los platillos de mi querida ______ se quedarían y eso no lo iba a permitir, pues una de las cosas que amaba en todo el mundo era la comida que preparaba ella.

Entre la comida y la plática, estábamos tan cómodos y dentro de nuestra atmósfera que no nos dimos cuenta que pasó el tiempo muy rápido, pues ahora estaba atardeciendo.

Nos encontrabamos tomados de las manos, mirando la ciudad y viendo como poco a poco las luces comenzaban a brillar y el sol comenzaba a esconderse.

Y a pesar de que estabamos en silencio, no hacía falta decir palabra alguna, pues sabiamos que nos teníamos el uno al otro y con eso era suficiente.

Mientras ella estuviera a mi lado, lo demás no importaba. Estaba tan enamorado de aquella ojimiel que no podía imaginarme mi futuro con ninguna mujer que no fuese ella.

Un beso de despedida ᎒ Aidan GallagherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora