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—Tetsuo, no hace gracia. Abre la puerta.

—No.

—¡Tetsuo! —Kasumi empezó a frustrarse.

—Te he dicho que no, Kasumi. Ya te perdí una vez y no quiero volver a arriesgarme.

—Te lo pido por favor, Tetsuo. Abre la-

—No, Kasumi. Se acabó. No quiero que todas nuestras conversaciones terminen contigo escaqueándote y yo no sabiendo nada de ti en meses. Estoy harto.

—No me gusta cuándo no me cuentas las cosas.

—Y a mí no me gusta contarlas.

—Pues tal vez esto no esté funcionando.

—Kasumi, ni se te ocurra empezar por ahí.

—¿Por qué no, si se puede saber? Estoy cansada, Tetsuo. No me dejas relacionarme con nadie que no seas tú y sólo tú.

—Eso no es verdad, te dejo hablar con tus padres.

—¡Estás loco! ¡Abre la maldita puerta!

—Acéptalo, Kasumi: me perteneces.

Kasumi había empezado a llorar desconsoladamente.

—Déjame salir, por favor. —sollozó más fuerte

—Kasumi, para. No hagas esto más difícil.

—¡¿Yo soy la que lo está haciendo difícil?! ¡Dejame salir de una maldita vez, psicopata!

—Deberías relajarte —. Tetsuo intentó acercarse para volver a llevarla a la habitación pero ella no se dejó.

—¡No me toques!

—Kasumi...

Cuando Tetsuo volvió a acercarse, Kasumi cogió un jarrón y se lo estampó en la cabeza; dejándolo inconsciente.

CONTINUARÁ...

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