“Tal vez tú piensas que me tienes dominada
Me quieres a tus pies
Yo se que tu no ves, que puedes ser tan desatento
Come on! escúchameQue para hacer que no digas tanto tengo yo
Que besar tus labios
Que para hacer que no digas tanto tengo yo
Que para para hacer que no digas tanto tengo yo
Que besar tus labios
Que para hacer que no digas tanto tengo yo
...
No sé que puedo hacer si tu siempre me fallas
Palabras de papel
Dices que enloquecí, que fue de ti? Eras perfecto
Come on! Escúchame…”(Labios/Jenny and the Mexicats)
Entre revistas y el periódico, el sonido del motor y las pláticas espontáneas de la gente que como yo, vamos a un día de trabajo. Viernes de inicio de la primavera, algo sospechosa se ha mostrado ante el invierno imperante en la ciudad y la desilusión constante de vestir con flores y terminar con bufandas.
El bus hoy es tan alegre, el sol salió y es el último día de labores, al menos para mí…como es la fina costumbre actual, no suelto mi Smartphone y con ella las relaciones de amistad virtuales así como el contacto directo con la gente que realmente me interesa y veré, tal vez, esta noche.
Hace tiempo que no tomo la iniciativa de “armar un plan”, pero me dio por ser valiente y mandar el texto: “hoy al Rockafella, quiero desconectarme”. Dudaba en dar a esa pequeña tecla tan poderosa llamada “enviar” pero lo hice, el grupo de “SexyLadies” se atiborró de mensajes de sorpresa y júbilo porque al fin había decidido salir de la “cueva” como decían mis amigos. Obviamente como mujer en una relación desgastada por los años y los daños, aún pretendía defender con dignidad lo indefendible pero era verdad; apenas cumplía cinco meses de mi duelo por una relación de cinco años, no había planes de boda pero si una monotonía terrible que me llevó a enfermarme a cada momento y a cuestionar mi valía, ¡una reverenda estupidez!...
Hoy era el día, hoy decidí salir de mi burbuja y darme una oportunidad, hoy me vi brillar con el caer de las gotas de agua de la regadera y cuando me puse mi vestido color naranja, enseñando mi morada y sensual flor tatuada en medio de mi pecho, era día de cierres y de nuevos caminos. Suena en la radio del bus, una canción que me pone de buen humor de mi querida Jenny and The Mexicats: “labios”, muevo la cabeza mientras estoy atenta a llegar a mi destino; soy de buscar señales y sí, esa canción es el broche de oro.
Llegué a la oficina, el grupo de Whatsapp es una revolución, me pidieron una selfie y su interrogatorio preciso de “mi cambio”, envíe la foto y no se hicieron esperar los comentarios halagadores de mis apreciados amigos que ante acontecimiento sin precedentes (tal vez, el último cuando caí rendida ante los encantos de mi ahora ex), fueron tajantes de confirmar su asistencia y hasta “after” tenían preparado.
Me esperaba un fin alocado y divertido, hablé con mi madre (si, aún soy de esas que le cuentan cosas a mamá…y a papá…y a mi hermana), un rotundo sí se escucho y una risa de complicidad con una voz bajita diciéndome: “pórtate mal, y me cuentas después”, inteligente manera de mi familia de saber que si hay algo que contar no sería algo desastroso o de lo cual me arrepintiera.
Todo listo, mi jornada laboral transcurrió sin cambios pero con una sensación de satisfacción, inclusive mis pacientes en terapia notaron mi ya notorio cambio. Son las 2:30 p.m. y mi reloj biológico lo sabe…hoy apuesto por esa comida deliciosa que ofrecen en un restaurante al centro de la ciudad, hasta el nombre me invita: “Las Delicias de mi General”…y si, que delicia, pido lo de siempre con mi bien merecida crema de avellana de mezcal. ¡Ay Chavela va por ti y por todas las que como yo hoy hemos despertado del sueño del duelo por separación!...invito a mi familia al festín por la libertad y como era de esperarse, mamá me da un consejo: “Vive hija, disfruta, si algo llega a tu camino, es porque hay algo que aprender de ello”.
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ÉL
RomanceÉl reencuentra sin pensar a un viejo amor, ella no sabía lo que estaba por suceder. Ambos querían estar, pero no era el momento en aquella tarde de abril.