“I’m all out of faith
This is how I feel
I'm cold and I am shamed
Lying naked on the floor
Illusion never changed
Into something real
I'm wide awake
And I can see
The perfect sky is torn
You're a little late
I'm already torn….”
(Torn de Natalie Imbruglia/ estrofa)
Justo cuando había decidido bajar los brazos ante un destino marcado: querer a alguien pero ya no amarlo…llegó Él.
Soñando despierta era donde yo podía encontrarlo, imaginando que se sentirá que un hombre así te haga volar sin despegarlos pies del suelo. Sus ojos eran maravillosos, como si el Universo se hubiera fundido en sus pupilas, así era Él. Todas las noches imaginaba que se sentiría sentir su respiración, sus manos y la calidez de su cuerpo junto al mío. No sabía que pasaba conmigo, de pronto dejé de ser la chica tranquila y reservada, él me invitaba a ser quien realmente era.
¿Alguna vez has sentido eso? ¿Ha llegado alguien como un torbellino a dejarte desnuda y frágil?...eso hizo Él. Cuando creía que en mi vida todo estaba siguiendo su curso, él simplemente llego y con argumentos fundamentados me mostró que estaba equivocada; en cada beso donde mordía mi labio, cuando subía su mano para tomarme del cuello, cuando mi piel se estremecía de saberlo cerca, con sus amenazas de abrazarme y no soltarme jamás.
Mi idilio perfecto, el sabor de mi vida y salir de mi zona de confort. ¿Cómo pudo hacerlo? ¿Qué bueno hice para encontrarlo en esta vida?, el miedo me escondía debajo de mi actitud despreocupada y de mis silencios durante las charlas. Pero, ¡Oh como me encantas!, sí lo dije, él me encanta así como la Luna Roja de octubre y ese primer mensaje en la madrugada cuando ha despertado.
Su voz me hacía temblar, hasta el hecho de escuchar su respiración por teléfono, pensar que yo lograba eso en él; era majestuoso. Llegó el momento de encontrarnos, recordé mi cuerpo y el amor por él, al elegir que vestido usar, darme el tiempo de maquillarme, de escoger el perfume con el que no quiero que me olvide, usar lo que me representa y desde hace mucho tiempo no sentía: emoción por ver a un chico.
Ahí estaba él, en el callejón entre la iglesia y el bar, creo ahora saber qué fue lo que sintieron las princesas de los cuentos al ver a su príncipe, ahora entiendo porque se enamoraron en un día. La luna roja nos acompañaba, lo cósmico, lo alegre, lo puro y los miedos se disipaban; él hizo algo que nunca había vivido: me miró con esa fascinación que sólo veía en las películas cuando el novio miraba a la novia al inicio del camino al altar. Mi corazón comenzó a acelerar, sólo quería abrazarlo y él me recibió. Una noche fantástica, pizza y unas cervezas con el fondo de música de rock alternativo; la vida me estaba premiando y yo me entregué totalmente a ella.
Como por arte de magia, comenzó a sonar “It´s been a while” de Staind, no alcancé a señalar con admiración cuando él, me besó. Fue mi beso perfecto, mi corazón no paraba de palpitar y mientras había una lucha descomunal sobre mis recuerdos amorosos fallidos: lo besé yo también.
La historia podía terminar en una canción, el recorrido hacia el hotel fue inminente, no podía creer estar ahí, a su lado. Mi mayor miedo siempre ha sido conocer a alguien tan especial que en un segundo comience a idear una vida a su lado. La música en el auto a todo volumen, esa mirada cómplice con una sonrisa a medio esbozar y las luces de la ciudad despampanantes sólo para nosotros. Sentía que esto podía pasar, nada podía detenerme ante esta mujer sexy que estaba a punto de sentir otra vez, de romper las reglas y ser una “chica mala”. La habitación 910, con su decoración rústica y la ventana enamorándonos de ese mundo a donde ya no pertenecíamos, respiré profundo y arreglé un poco mi cabello. Él dijo mi nombre, abrí más mis ojos y sólo tenía la certeza de que al voltear, ya no había marcha atrás.
Paso su mano por mi mejilla izquierda, cerré mis ojos y el comenzó a decir: - sé que tienes miedo, pero desearía estuvieras en mi mente justo en este momento para que supieras que yo también lo tengo, no me importa lo que hay pasado antes, sólo sé que esos ojos…hoy me están mirando a mí-. Cualquier chica hubiera llorado con esas hermosas palabras, yo no lo hice, el corazón me lo habían desagarrado varias veces, me di cuenta que él también me estaba entregando algo: su vulnerabilidad. En otra vida tal vez habíamos estado juntos, hoy era distinto pero juntos.
Besó mi cuello mientras bajaba sus manos por mis hombros, la ropa dulcemente comenzó a estorbar, era un silencio con nuestra música favorita de fondo. La habitación era pequeña a comparación del deseo que comenzó a extinguirnos, me hizo sentir cada parte de mi cuerpo, era yo siendo magníficamente sexy, destruí los pocos tabúes que quedaban en mi baúl y me dejé ser la diosa de mi mundo, de mi Universo. No había nada, éramos él y yo, sentir sus manos recorrer mi cuerpo como cuando sientes la arena y las olas. Desnuda, con las marcas de mis guerras que recelosamente guardaban, mis tatuajes de colores y la esencia de mi Carolina Herrera. Parecía que no se cansaría de decirme lo maravillosa que para él era, no llenaba nada de mí, no estaba en juego mi amor propio, estaba transformando mi libertad. Los besos me ceñían a él, que figura tan perfecta, su cuerpo y el mío. La fresca sensación de las sábanas me cobijaban, el deseo permanecía ahí, la luna nos acariciaba con su resplandor.
Al día siguiente, desperté con él, el tatuó su nombre en mí. Antes de él, había una historia, al paso del almuerzo y de la despedida tormentosa, sus besos siguen incendiando mis labios.
Ese “Él”, me desnudó el alma y me tomó el corazón.
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ÉL
RomanceÉl reencuentra sin pensar a un viejo amor, ella no sabía lo que estaba por suceder. Ambos querían estar, pero no era el momento en aquella tarde de abril.