Introducción

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Tobby siempre había odiado la oscuridad y la odiaba porque temía que algo o alguien saliera de algún lugar y le diese un buen susto o, por el contrario, que algo apareciese, no hiciera nada y lo tomara con la guardia baja.

Su temor iba in crescendo desde que surgieron aquellos rumores sobre aquella criatura que acechaba en la oscuridad. Muy pocos lo habían visto y él no esperaba ser parte de esa minoría. Cada noche dormía con la luz de la lámpara encendida, hasta que llegaba su mamá y le amonestaba por ello.

El pequeño salió de la cama y se acercó a su ventana. Una luz débil se asomaba por la única ventana y eso lo tranquilizaba un poco. El lugar era bastante pequeño: tenía una biblioteca diminuta donde reposaban un par de libros y un montón de juguetes, junto a éste, había una puerta que daba hacia el baño y siempre permanecía cerrada; al menos en la noche, porque en el día no le generaba mucho temor. El resto de la habitación se distribuía entre un escritorio con su respectiva silla frente a la biblioteca, en donde él hacia sus deberes y, junto a éste un guardarropa; la cama en toda la mitad de la habitación y una pequeña mesa donde reposaba la lámpara.

A través del cristal pudo ver aquella figura siniestra; la criatura de los rumores. Era como un hombre, tal vez un poco más larguirucho, no debería generar temor; sin embargo, hacia que sus brazos se volvieran como piel de gallina y le generaba bastante incertidumbre. ¿Tal vez ese era su poder o era simplemente su imaginación? Sea como fuere, Tobby se estremeció y dio un par de pasos hacia atrás mientras su corazón amenazaba con salir de su pecho, hasta que chocó con la parte baja de la cama y se obligó a girar sobre sí mismo para centrar su mirada a las cobijas. Todo estaba en orden.

Se acercó hasta la pared junto a la biblioteca y encendió la luz de la habitación. No podía entender cómo seguía apareciendo frente a su casa ese hombre entre las sombras ¿tal vez se trataba de un pervertido?

Respiró pesadamente y se sentó sobre un borde de la cama, tal vez la solución sería cerrar la cortina, además, ¿cómo podría entrar si la ventana estaba cerrada?

—Tobby —habló su madre al abrir la puerta de la habitación—, ya es hora de dormir.

La mujer estiró la mano y apagó la luz.

—Apaga la luz de la lámpara —pidió ella, apuntando con su dedo.

—La necesito encendida —contestó el menor—. Por favor.

—Nada de luces a esta hora, ya lo sabes.

—Pero, mamá... el hombre...

—¿Otra vez con lo mismo, Tobby?

—¡Está frente a la casa! —protestó, señalando la ventana.

La mujer se acercó hasta la ventana, puso las manos sobre sus caderas y volteó a mirar a su hijo.

—Pues yo no veo nada —dijo la mujer—, así que es hora de dormir, seguramente fue tu imaginación.

La mirada inquisidora de su madre le obligó a apagar la luz, seguramente sí se trataba de su imaginación. Nuevamente estaba entre la oscuridad y sus pensamientos, y ese temor incesante de que aquel desconocido seguramente seguía frente a su casa, pero su mamá no podía verlo o tal vez eso halló la forma de entrar en la habitación.

—Estaré frente a la habitación y sabré si prendes la luz —se despidió su madre—. Hasta mañana.

Tobby esperó un par de minutos, no podía prender la luz porque su mamá lo reprendería nuevamente, así que decidió abrir un cajón de la mesa de noche y sacar una linterna.

Se acercó gateando sobre la cama hasta la parte baja, se bajó, prendió la linterna y caminó hasta la ventana sin dejar de apuntar con la luz.

Aquella figura misteriosa seguía frente a la casa, sin inmutarse y mirando hacia el frente. Estaba concentrado en Tobby.

Éste, nuevamente dio unos pasos hacia atrás, se metió entre la cama con la luz de linterna encendida y esperó. Contó los números de uno en uno hasta cien, luego, aguantó un poco más. Aquella espera se hizo eterna. Alargó el tiempo un momento más y nuevamente se acercó a la ventana. La criatura seguía ahí, aunque un poco más cerca y en su mente se preguntó porqué le decía criatura, si a simple vista se veía como un hombre común. Humano, fantasma o lo que sea, le producía demasiado miedo. Tanto temor que se devolvió corriendo y en su trayecto votó la linterna, la cual rodó y quedó bajo la cama.

Gruñó y regresó a sus aposentos, encendió la lámpara, pero recordó la advertencia de su madre, así que, con angustia, decidió apagarla rápidamente e intentar dormir.

Tras unos minutos de absoluta calma, Tobby sintió en sus pies un par de manos que lo arrastraban hacia algún lugar, no pudo ver nada porque todo estaba completamente oscuro, lo único que pudo hacer fue producir un chillido lastimero.

Su madre volvió rápidamente a la habitación ante aquel grito que había llamado su atención, dentro de sí pensaba en reprender al pequeño por no estar durmiendo; pero, para su sorpresa, Tobby no estaba, solo las cobijas desordenadas y la cortina aún abierta con esa débil luz que provenía del exterior.

Revisó el baño, debajo de la cama y entre el guardarropa. Tobby había desaparecido sin dejar rastro. Debía revisar cada rincón de la casa, seguramente estuviese dando una ronda nocturna o sirviéndose un bocadillo, pero la solución más efectiva era llamar a la policía.

 Debía revisar cada rincón de la casa, seguramente estuviese dando una ronda nocturna o sirviéndose un bocadillo, pero la solución más efectiva era llamar a la policía

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Darkman: el hombre de la oscuridad ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora