Capítulo 1

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2018

En este año, empezaba en el nuevo instituto mi 1er año en Bachillerato de Artes con 17 años. Estaba muy emocionada por empezar, pero tenía la extraña sensación de que algo malo iba a pasar... Le resté importancia. Puede que era por el miedo al rechazo, a no conseguir amistades, a la soledad, o no tener la suficiente capacidad artística para estar en un Bachillerato de Artes.

Las primeras semanas pasaron muy bien, de maravilla se podría decir. Todos los que estaban allí eran nuevos de diferentes centros, con ganas de aprender y hacer amistades. Aunque éramos 35 en clase, siempre hablábamos para conocernos más, hacíamos quedadas, bromeábamos, escuchábamos a los demás y tomábamos decisiones juntos, incluso si algunos no entendía algo, el resto ayudábamos. Pero con el tiempo, el ambiente se volvía cada vez más tenso, más turbio... más tóxico...

El grupo ya no estaba unido, estaba dividido en grupos y esos grupos estaban divididos en subgrupos. Sólo 7 personas de la clase quería estudiar realmente Bellas Artes. El resto estaban allí porque creían que Artes era más fácil que Ciencias y Letras, para no perder el año, dedicarse a otra cosa que no tiene nada que ver con las artes, molestar y/o meternos en problemas a los que realmente estábamos interesados. Yo pensaba que cuando llegabas a Bachillerato, había más respeto y ya tenías la suficiente madurez para saber comportarte en una clase... Pero no, parece ser que vuelves a 1º de la ESO, o peor aún, a la primaria. Pero no todo estaba perdido. En esa clase, conocí algunas personas buenas donde más o menos podías estar sin peleas, y nos ayudábamos entre nosotros, entre ellos conocí a mis tres nuevos amigos: Brian, Ian y Aday.

En medio de todo ese transcurso, había una asignatura que se llamaba Cultura Audiovisual, dirigida por una profesora muy buena (dependiendo de que si no la molestabas en sus clases), Trinidad. Con ella, aprendimos varias cosas, como fotografía, analizar vídeos, escribir guiones, entre otras cosas. En una de sus clases, dimos el tema de los cortos y nos propuso hacer en grupos de 5 personas un corto. Yo ya sabía que me iba a unirme con mis amigos, pero nos faltaba una persona, así que incluimos a una chica llamada Itahisa. El tema del corto era muy obvio. A todos nosotros nos gustaba las cosas de terror, pero no sabíamos de qué hacerlo exactamente. No recuerdo quién fue el que sacó el tema de los muñecos ya que en ese momento había salido la última película de Saw, pero nos gustó la idea. Fue en ese momento, donde se me ocurrió hacer el corto con el muñeco de porcelana que tengo en el cuarto.

Este payaso de porcelana se lo regalaron a mi madre por algún motivo, y ella lo tenía en algún lugar guardado, porque yo no lo conocí hasta que a los 13 años, nos mudamos a la casa donde aún seguimos

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Este payaso de porcelana se lo regalaron a mi madre por algún motivo, y ella lo tenía en algún lugar guardado, porque yo no lo conocí hasta que a los 13 años, nos mudamos a la casa donde aún seguimos. Un día, recuerdo que entró con ese muñeco de porcelana y se empeñó en ponerlo en la repisa donde duermo. Yo me negaba porque me daba mal rollo. Cuando ella no miraba, yo lo cogía y lo ponía en un mueble del cuarto de la plancha, pero cuando se daba cuenta de que estaba allí, lo volvía a poner en mi cuarto. Así estuvimos un año, hasta que me empecé a acostumbrarme a su presencia. A mi familia le gustaba mucho, pero a mis amigas... No le gustaba para nada, incluso algunas tenían miedo de entrar a mi cuarto y se quedaban en el pasillo mirándolo mal.

Le dije a mi grupo sobre mi payaso y le parecieron buena idea, pero Ian nos contó que su madre tenía una muñeca que le daba bastante mal rollo y que también la podíamos usar. Entonces Ian y yo hicimos un trato: Ambos traeríamos a nuestros muñecos a clase y tanto nuestros compañeros como la profesora debían de votar cuál daba más miedo...

Matilda, La Muñeca MalditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora