Sin vida, descolorida...

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Nuestros antepasados no supieron cuidar bien de su hogar. No sabían administrarse los recursos: explotaban los bosques, los océanos, el aire, la tierra e, incluso, se sacrificaban los unos a los otros para conseguir el beneficio de unos pocos. Así de mal lograron malvivir unos pocos de miles de años hasta que tuvieron que abandonar la Veterra para sobrevivir otros pocos de miles de años, contaminando otros planetas.

Así nuestros abuelos se convirtieron en marineros siderales, viajando por el Universo para encontrar mundos habitables. Así colonizaron la Neoterra, un planeta formado por rocas grisáceas en las que no había ni un alma y cuya atmósfera impedía a nuestros ojos distinguir los colores. Muchas personas murieron hasta adaptarse a las nuevas condiciones, pero por suerte los neoterrícolas nativos ya nacíamos adaptados a este planeta. A pesar de numerosas diferencias, compartíamos un deseo con ellos: volver a la Veterra.

Con ese deseo en mente, hace veinte años emprendimos un viaje para volver a la Veterra y buscar soluciones a los problemas de los veterrícolas. Según nuestros cálculos, habrían pasado unos dos mil años desde que los últimos la abandonaron, por lo que esperábamos encontrarnos con un planeta rocoso sin vida, puede que en peores condiciones que la Neoterra.

Por suerte, estábamos equivocados. No solo había vida, sino que Veterra lucía como en las leyendas que nos contaban para dormir. Había mares azules, verdes árboles, arena amarilla, verdes prados, nubes blancas y verdes montañas. Todo estaba tan lleno de color, nada comparado con la gris Neoterra...

Estuvimos ahí una semana terrestre en la que nos encontramos con unos veterrícolas no civilizados, por lo que les enseñamos a hablar y a crear tecnología y también les transmitimos todo lo que habíamos aprendido. Sin embargo, no nos lograron entender. Les faltaba el razonamiento suficiente para conseguirlo, así que tristemente nos fuimos de allí, pensando en regresar cuando creyésemos que podrían lograrlo.

Cuando nuestros cálculos indicaron que habría pasado el suficiente tiempo como para que hubiesen desarrollado un pensamiento crítico capaz de entendernos emprendimos otro viaje para hablar con aquellos veterrícolas.

Mas cuando llegamos otra vez ya era tarde. Nuestras antiguas predicciones esta vez eran correctas. Ya no era el colorido planeta que nos encontramos, ya no había la vida que le daba sentido a nuestro viaje, ya no había nada. Solo los restos de una avanzada civilización tecnológica que parecía haber sido destruida por sí misma.

De esto ya hace unas décadas, aunque me sigo preguntando... ¿Qué habría pasado si hubiésemos llegado a tiempo?

Rescatados del olvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora