Reflexión II

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¿Es normal sentirse más cómoda en una clase con personas a las que no conoces todavía bien que en casa?

¿Estar más a gusto dando clase que durante el tiempo libre de los cambios de clase o el recreo? ¿Sentir que encajas más estando con profesores que con tus compañeros, que tus amigos no te quieren?

Esta es mi realidad a principios de cuarto de secundaria.

Me siento más contenta y alegre en clase que en casa. Allí estoy con personas que me ofrecen más compañía que... bueno, aquí a veces. Noto que sonrío más dentro del aula, durante el camino a o de clase. Pero cuando llego a casa, me golpea una realidad completamente diferente. Cerrada. Encadenada.

Nadie, repito, nadie, ninguno de mis "amigos" (más bien compañeros) comparte mis gustos. No me siento como ellos. Los puedo tener al lado pero sentirme completamente sola. Je, y qué cerca siento a mis amigos que viven a kilómetros y/o horas de distancia. En serio... Prefiero hablar con personas a las que no he visto en la vida que con aquellos con los que comparto los patios. Todos y cada uno de los recreos en los que preferiría estar haciendo algo más productivo o entretenido. Porque tirar bolitas no lo es, y ensucia demasiado el colegio. Por favor, que se supone que ya vamos madurando...

Oh, ¿y sabes qué? Algunos profesores sí que entienden de ciertos temas que esos compañeros míos no entienden o no están interesados. Y por hablar con un profesor de eso, ya soy una pelota, la mascota del profesor. Porque además saco buenas notas y hago los deberes, ¿no? Y porque creen que no tengo tiempo es por lo que "hago la pelota".

Pero es que encima se creen que soy perfecta, salvo en educación física. Creen que se me da bien todo, que lo sé todo. A veces parece que olvidan que soy una alumna más, como ellos. Pero que te pregunten dudas es gratificante, porque demuestran que confían en ti. Pero que te pidan los deberes o los apuntes porque son demasiado vagos para hacerlos o acordarse de ellos es molesto. Es mi trabajo, ha requerido un esfuerzo. Por esto aprendo, porque me esfuerzo por aprender. Y si lo copian de alguien más nunca sabrán cómo ha costado hacerlo. Cómo de gratificante es que alguien te diga lo bien o lo bonito o lo espectacular que ha quedado el resultado de horas de esfuerzo. Esa sensación, ese orgullo personal y académico es algo que muchos parecen no conocer por haber estado copiando a los demás durante toda su vida. Y es que no creo que así se consiga algo significativo.

Rescatados del olvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora