Rescatados del olvido

Reflexión I

Qué caprichoso es el destino.

Conoces a personas que en un principio no parecen que sean mucho más que un simple conocido o conocida, y ya bien sea por casualidad o yo-qué-sé-qué, acabáis siendo de los mejores amigos. Y sin embargo, aquellos que conoces de toda la vida empiezan a dispersarse, quedándote solo.

No física, pero emocionalmente. "Amigos por siempre", no sé si será verdad, pero ya no creo en esa promesa. Es triste ver cómo íntimos amigos que pasaban días enteros jugando, hablando o simplemente estando juntos ahora son solo más que conocidos que ignoran al otro si se lo cruzan por la calle.

Mas, después los comparas con esas personas que no has visto en tu vida, quienes saben más sobre ti que tus propios padres. Eso duele. Tantos ratos hablando, sin poder hacer lo que harías con esos conocidos que antes eran tus amigos, desvelándote, amándolos sin haberles podido dar un mísero abrazo, sin poder estar con ellos en sus malos momentos.

Todavía no he podido experimentar la pérdida de esos conocidos que se convirtieron en amigos, pero sí cómo esos otros amigos se convirtieron en simples conocidos. Desearía poder quererlos por siempre, pero las personas cambian, la vida cambia. Y un "por siempre" no significa nada en estos tiempos en los que lo que ayer fue verdadero mañana no lo será. Porque nuestro "hoy" es donde se encuentran el ayer, lo que fue veraz, y el mañana, lo que será verdad.

Este hoy es una mezcla, porque en el momento en el que te das cuenta de que has pensado algo, ese algo ya pertenece al pasado. El futuro se está creando, gracias a las decisiones que crees que haces en el momento.

Cada decisión, por mínima que sea, influye.

Y como la vida no es un videojuego en el que puedas reiniciar la partida si el resultado no es satisfactorio, debes tomar la decisión que sea la más indicada, a corto y largo plazo, tanto para ti como para esas personas que amas.

Pero mientras te decidas por la mejor opción, intenta no tomar la peor.

Lo digo por tu bien.