VIII

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El aroma a menta y miel me incitaba a seguir avanzando, el ambiente gélido le otorgaba al paisaje crepuscular un lado tétrico. Continúe a pasos lentos por el estrecho sendero escuchando el crujido de la hojarasca a mi paso, divisé un claro y a medida que me acercaba aparecían imágenes en movimiento, cual hologramas de baja calidad.

—No podrás huir de mí por siempre —hablaba la figura distorsionada de un hombre—, el día en que debas enfrentarme llegará, te arrebataré lo que más quieras.

La imagen de Fénix se hizo más nítida, haciéndome reparar en que realmente era ella.

—Yo no tengo obsesiones. —Dio un movimiento brusco a sus manos agrandando el campo energético—. Si algo debe suceder, sucederá.

La energía era tan grande que el viento había comenzado a agitarse fuertemente arrancando hojas verdes de los árboles, produciendo un sonido ahogado y desgarrador a su vez. ¿Cómo podían estar combatiendo si el individuo era solo un holograma?, o eso parecía.

—Desbloquearé la dimensión y ella volverá conmigo. —Sacó una alabarda y la clavó sobre el campo energético con una fuerza brutal, arrancando de Fénix un quejido, quise correr a su encuentro pero no podía moverme—. Utilizaré la vida de cada uno de esos seres que proteges, uno a uno los verás caer, hasta que no haya nadie en pie, será ahí entonces cuando realmente te preguntes si no deseas nada. —Reafirmó su postura, al parecer estaba perdiendo energía—. He escudriñando en los posibles futuros, también lo has visto, esa mujer puede ser mi carta a favor.

Fénix realizó un movimiento con sus manos y posteriormente el medallón color esmeralda se agitó en el aire produciendo un resplandor parecido al de pequeñas estrellas, dio un golpe fuerte al suelo con la palma extendida y las pequeñas estrellas crearon una ola energética que arrasó con el hombre de la alabarda. Me había emocionado enormemente hasta que vi cómo la maestra llevaba sus manos a su estómago encogiéndose de dolor. Intenté acercarme pero su mano arrojó algo parecido a escarcha naranja.

Desperté agitada, con sudor en el rostro y sin indicios de azúcar en mi organismo, como si hubiera corrido por la pradera más de una hora sin haber desayunado. Era de madrugada pero ya no lograba conciliar el sueño. Tenía mucho por estudiar, debía esforzarme, no podía permitirme hacer el ridículo ante ella por segunda vez.

Caminaba por el ala norte cuando oí algunas voces, no era correcto escuchar pero me invadió la curiosidad, ¿qué haría alguien en la madrugada si no estaba descansando? Me acerqué de manera sigilosa hasta divisar tras unos arbustos dos figuras, parecían dos mujeres.

—Consigue el artefacto —habló una de ellas

—¿Cómo sé que cumplirán con su parte?

—Tendrá que arriesgarse, además, obtendrá el puesto que siempre ha deseado.

Una de las mujeres desapareció a través de un portal extraño mientras que la otra continuó caminando.
Seguramente hablaban de un intercambio por posición, el santuario posee tantos artefactos mágicos que cualquiera desearía coleccionar unos cuantos para aumentar su poder.

Una vez en la biblioteca recorrí los estantes tomando los que creía necesitar, era realmente de ayuda que se encontraron ordenados por niveles. Estaba a punto de marcharme cuando una sección llamó mi atención; los libros poseían letras plateadas y pastas ostentosas, incluso joyas, parecía ser una pequeña colección, unos diez libros. Pasé mi mano leyendo el título de cada uno.

Saltos interdimensionales.

An ghné dhorcha. (La dimensión oscura, irlandés).

Le tissu du temps. (El tejido del tiempo, francés).

Per oculos universi. (A través de los ojos del universo, latín).

Tomé ese último y me marché, era realmente un alivio que no hubiera que rellenar papeleo, los libros poseían un vestigio de magia, por lo que el bibliotecario los buscaba de esa forma.
La semana siguiente prácticamente solo salía de mi habitación para reclamar la comida, al sexto día tomé el libro con gemas, lo abrí en una página aleatoria y la primera frase puso mis cimientos a temblar.

«Los sueños son solo una intromisión en la realidad ¿Existe una parte de ellos que no sea real».

Las palabras resonaban en mi cabeza como si tuviera migraña: sonidos sordos martilleando hasta producirme nauseas. Rebusqué en la páginas siguientes con prisa.

«Las primeras manifestaciones de la visión interdimensional se dan a través de sueños, es importante recalcar que todo lo que el individuo sueña es real, por tanto no debe tomarse a la ligera».

¿Era eso lo que me ocurría?

¿Acaso todo es real?

La Maestra Fénix (Borrador) - EN AMAZONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora