CAPÍTULO DOS

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Intentaba convencerse de que no era tan malo.

Tal vez el tipo omitiría esa parte de la entrevista, había contestado todas las demás preguntas tal como estaba entrenado para hacerlo. Tal vez sentiría pena de él y no publicaba nada. Tal vez, sus respuestas eran tan aburridas y vacías que el tipo terminaría desechando todo. Tal vez...

Pero no importaba cuantas mentiras intentara decirse a sí mismo, la miraba preocupada de Tae y su incesante caminata de un extremo al otro de la habitación le decían que sus "Tal vez" no pasarían. El chico colgó, tirando el celular en la cama, estaba a punto de soltar un grito cuando se percató de la mirada perdida y el puchero tembloroso en la boca de Jimin, supo que estaba a punto de echarse a llorar.

-No, no, no, Minie, no llores. – Se acercó a él apresuradamente, rodeando su cuerpo tembloroso por los hombros. – Lo solucionaremos, te lo prometo, pagaré lo que haga falta. - Jimin lloraba silenciosamente en su pecho, mojando la camiseta en el proceso. – Mataré al tal Namjoon si hace falta. – Eso logro que el chico se riera un poco ahogado, pellizcando con cariño la espalda de Tae.

- No hables estupideces. – Se separó de su mejor amigo con el fantasma de una sonrisa en sus labios. Tae se arrodilló hasta quedar a la altura de su cara y limpió con cariño las lágrimas de sus mejillas.

- No son estupideces. He estado practicando mi puntería.

- ¿Tienes un arma?

-No

-¿Entonces?

-He estado jugando baloncesto, cada vez fallo menos en las cestas. – El rubio soltó una ruidosa carcajada y ladeo la cabeza, mirándolo con curiosidad.

-¿Cómo es que eso te ayudara en tu intento de asesinato?

-Lo matare de un balonazo en la cabeza. Nadie se lo esperará. – Jimin volvió a reírse y eso fue todo lo que necesito Tae para relajarse un poco.

-¿Qué quieres para cenar? – el rubio miró el reloj en la mesa junto a su cama y suspiró. Una nueva oleada de tristeza esparciéndose por su adolorido cuerpo. Solo tenía 3 horas de sueño antes de la siguiente práctica, partir nuevamente a Seúl y sumirse en otro estresante entrenamiento.

Tae se percató del cambio de ánimo tan repentino en Jimin, fijándose también en el reloj ¿En qué momento dieron las 5 de la mañana? Sería realmente difícil encontrar comida a esa hora, pero su hambre era más fuerte.

-¿Qué indica la dieta? – Tae se giró con una mano en el pecho y expresión horrorizada.

-¡¿A Quién le importa?!

- A Jennie.

- ¡A nadie le importa lo que dice Jennie! – Jimin rió por lo bajo y empezó a jugar nerviosamente con el borde de su camisa.

- Subí de peso, Tae. – Esas palabras mágicas activaron los botones de peligro en el peliazul. ¿Cómo era eso posible? Solo habían burlado la dieta un par de veces, no era tan malo.

- ¿Cuánto?

- Dos kilos. – Y aunque esa cifra pudiera ser insignificante, incluso para Jimin, representaba un problema terrible para ellos. Jennie iba a enfurecerse y probablemente Changbin perdería su trabajo. Cosa que no podía pasar, el medico modificaba las dietas de Jimin a espaldas de la víbora con una genuina preocupación hacia el rubio, además, de alterar los resultados de los exámenes de alcoholemia del chico, los cuales últimamente no era que salieran exactamente como Levels lo exigía.

Tae se obligó a tomar un respiro profundo y sonrió confiado.

-Pff, Minnie, no me asustes. – Rió nervioso dándole la espalda para buscar el menú del hotel. - Por un momento pensé que ibas a decir que 20, eso sí sería terrible.

BEHIND THE STAGE - YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora