4. Quizás

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Hiccup la observó.

El viento frío de la noche jugaba con su cabello rubio permitiendo un baile suave entre las ondas de cada fibra.

No cabía duda de que Astrid es una chica muy hermosa, sus ojos azules brillaban con los últimos rayos de luz. Si alguna vez la conociera, estaba seguro que no la olvidaría nunca.

Pero este no era el caso.

— Entonces, ¿Cómo dices estar enamorada de mí?— Cuestionó con un poco de interés sinceramente.

La mayoría de las chicas siempre declaraban sus sentimientos mediante cartas y chocolates. Más ninguna había tenido el valor de hablarle a la cara para expresar todo. Él nunca se había sentido atraído por nadie, aunque tampoco se esperó que alguien actuara de esta forma como Astrid.

Había llamado sin duda su atención y quería conocer algo de ella.

A pesar de que parecía alguien normal, sabía que tenía mucho que relatar.

Lo podía notar en su mirada.

Y en aquellos ojos azules que mostraban paz en lugar de emoción hacia su presencia.

— Bueno...— Sonrió carismática admirando el último rayo de luz.— Estuvimos juntos en la primaria.

Hiccup la observó atento.

¿Desde la primaria ella le recordaba?

— En la primaria no fui tan popular como en la secundaria. Pero desde que era pequeña siempre llamaste mi atención.— Respondió con una sonrisa.— Pensé que era una simple curiosidad de niña pequeña por conocer a alguien más. Eras un chiquito muy tímido y siempre te escondías de todos.

— ¿T-Tú...— Respondió asombrado ante aquel dato. Por alguna razón, él no recordaba mucho de sus años pasados.

— Creí que éramos iguales. Pues nunca tuve amigos en ese tiempo y tú tampoco te juntabas con nadie.— Comentó risueña.— Pero éramos dos niños con un mundo muy diferente en nuestra propia mente. Yo decidí destacar en unas áreas y tú en otras muy diferentes a las mías. Pero aún así logramos estar en un taller similar.

— ¿Dibujo?— Interrogó con sorpresa.

— Vaya...— Sonrió.— No te has olvidado mucho después de todo.— Comentó golpeando su hombro con un codo.— Pero sí. Yo odiaba mucho ese tipo de cosas pero mis tíos querían que yo aprendiera de todo un poco. Quería instalarme en deportes pero no hubo espacio y el único taller libre era dibujo. Pensé que sería el infierno para mí. Pero tú me ayudaste a cambiar algunas formas de pensar.

— ¿Puedes describirlo?— Pidió con mucho más interés. ¿Cuáles fueron las palabras que la ayudaron a ella?

— Me dijiste que si puedo imaginarlo, puedo crearlo mediante un boceto.— Respondió.— No duré mucho en ese taller porque mis tíos habían conseguido un taller de artes fuera de la escuela. Así que ese mes que estuve contigo lo disfruté más de lo que pensé.

— ¿Desde allí comenzó tu enamoramiento?— Interrogó.

— No.— Negó con suavidad.— Ahí inició mi curiosidad por conocerte. Me di cuenta que no eras como los otros niños, así que en secreto quise intentar acercarme a tí. Más mi orgullo ganaba por lo que nunca logré volver a comunicarme contigo. Creí que tenía que agradecerte por algo, así que los niños que te molestaban decidí enfrentarlos.

— ¿¡Por eso dejaron de molestarme?!— Respondió más que sorprendido. Sí recordaba el bullying sufrido por varios niños, pero de un día a otro, éstos dejaron de molestarlo.

Astrid. [Terminada✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora