Capítulo 28

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-No pude conseguirlo- dijo Ron, dejándose caer en una silla junto a Harry y Draco en la cocina de los Weasley.

-¿Qué quieres decir con que no pudiste conseguirlo?- Draco arrastró las palabras.

-Mi mamá no me lo daría-

Harry se echó a reír. Draco puso los ojos en blanco, luchando contra una sonrisa. Volver a presentarse frente al Sr. y la Sra. Weasley había sido horriblemente incómodo al principio y pensó que en realidad podría ahogarse con toda su culpa cuando pensó en cómo había sido indirectamente responsable del estado de la cara de su hijo mayor, pero Harry lo había apoyado, allí todo el tiempo sosteniendo su mano, manteniendo una presencia firme y tranquilizadora, y al final todo había ido bien. La Sra. Weasley tomó a Leo con tanto entusiasmo como Ron había predicho, tal vez más. Se enamoró instantáneamente del desorden del cabello oscuro y los ojos verdes, las mejillas regordetas y la risa que derretía el corazón por completo.

Por su parte, Draco se encontró más enamorado de lo que había imaginado que podría estar con otro humano. Harry era igual, y verlo interactuar con el bebé fue realmente una de las cosas más conmovedoras que Draco había visto en su vida.

Al final había decidido no amamantar por la misma razón por la que había tenido la cesárea; el miedo era demasiado fuerte. En los días previos se había dado cuenta de que la idea de dar a luz de la manera tradicional no era algo que pudiera manejar, y Harry, Pansy y Hermione habían sido un apoyo invaluable. Incluso Ron lo había sido, aunque a veces se veía un poco verde cuando se hablaba de ello.

Ahora todo lo que quedaba era la cuenta regresiva hasta que tomara la poción que le devolvería su verdadero cuerpo.

-Probablemente dos semanas eran seguras- había dicho Penbroke -pero lo ideal sería un mes- y con más de un año en su haber, se había comprometido a un mes más.

Ahora se había reducido a una semana y la ansiedad comenzaba a sentirse como un peso persistente en su pecho.

-¡Alguien tiene hambre!- llegó la voz de la Sra. Weasley desde la sala de estar, y poco después apareció en la cocina con Leo en sus brazos, llorando con disgusto de una manera que a Harry le gustaba decir que le recordaba a alguien que conocía -¿Tienes un biberón, Draco?-

-Sí, hay algunos que puse en el estante con un hechizo conservador- dijo, señalándolos. La Sra. Weasley tomó uno y Leo se aferró a él casi instantáneamente, las manos regordetas de bebé se enroscaron torpemente alrededor del biberón. Aún así, pensó Draco, con solo tres semanas era bastante hábil.

-Oh, uno de estos días no dejaré que te lleves este bebé a casa- dijo la Sra. Weasley, levantando la cabeza de Leo mientras tomaba el biberón para presionar un beso en su frente -Ron, nunca fuiste tan fácil-

-¡Oye, dame un respiro, mamá!-

La Sra. Weasley solo se rió entre dientes y volvió su atención a Leo. Harry se estaba riendo de sí mismo.

-Un descanso no sería lo peor del mundo- admitió Draco, levantando los brazos por encima de la cabeza y bostezando en el momento justo -es muy agotador-

-Será mejor que te acostumbres a eso- dijo alegremente la Sra. Weasley -tienes muchos años de noches sin dormir por venir-

-Fantástico- Draco se quejó, aunque no sonó para nada molesto, por que sabía que a medida Leo fuera creciendo todo cambiaría. Y habrían cosas mucho peores con las que lidiar con su pequeño.

-Hermione y yo podemos tenerlo en nuestra habitación algunas noches si ustedes dos necesitan un descanso- sugirió Ron, provocando un murmullo de alegría por parte de la Sra. Weasley. Él se sonrojó -todavía soy un poco inútil con él, pero estoy aprendiendo. Sin embargo, Hermione es muy brillante. Será una buena madre-

Las Luces Cambiantes *"Traducción Autorizada"*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora