Epílogo

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Espero que os guste ^^

Los escándalos por más que pasara el tiempo dejaban marcas, estaban ahí, sutiles pero nadie las olvidaba si tenía memoria. Sin embargo, cuando había otros más suculentos, eran un nuevo cebo para agarrarse a él y devorarlo como animales salvajes, sin pellejo en el hueso.

El regreso de lady Darian a su hogar no dejó a nadie de los vecinos y conocidos de la familia, sobre todo a los propios protagonistas, indiferentes, viviendo con ello y con las consecuencias de sus acciones, para bien o para mal. Solo faltaba una fuerza superior y mayor que el rencor para perdonar el daño sufrido: el amor. Mas otros no tuvieron esa suerte, había personas desgraciadas que apostaron mal y no supieron cuidarlo para ser merecedoras de esa dicha. Teniéndolas de cerca como lady Sanders, que la envidia no le dio esa calidez reconfortante que había echado de menos. Aunque no era plenamente feliz, tenía el apoyo de su marido o las invitaciones de sus "amigas". No se imaginó que un día, por no saber parar, toda su vida aplacible y dorada explotaría en mil pedazos a tenor de unas publicaciones en un periódico que dañó notoriamente su imagen. No pudo hacer nada esta vez para detenerlo; sus amigas le dieron su espalda y su marido... dejó de idolatrarla, recibiendo a su paso, sus dudas y desprecio. Por otra parte, lord Charleston se fue del país a tenor de la denuncia, haciéndole avisar a la gente que no era una persona grata. Debido esto, la familia de la joven se lamentó haber confiado en él, en esa persona que le dio la esperanza de encontrar a sus hijas, igual que la tía que las acogió durante un tiempo sin imaginar que su vecino tuviera otras intenciones, especialmente, con una de ellas.

- ¿Quién nos iba a decir que estaríamos aquí, tomando el té, y que nuestros maridos no se matan con la mirada?

Le dijo tan buenamente su cuñada, lady Rhett, que alzó la taza de té a sus labios. Asintió y la imitó, pensando una vez más como el mundo era un pañuelo tan pequeño. Para su sorpresa, no se esperó que unas semanas después de recuperarse, la visitarían su cuñada y el esposo de esta, que fue nada menos el caballero que le confesó donde podía encontrar las pruebas de su infidelidad. Antes de preguntar, lord Rhett, le ofreció una disculpa.

- Perdóname, lady Darian, no fue mi intención haberle causado un daño irreparable aunque he de decir que moví por el odio hacia su esposo.

En ese momento, Bonnie reconfortó a su marido colocando una mano en su brazo.

- No hay nadad que perdonar - intervino lord Darian, situándose a lado de Hester que aún estaba sorprendida por la aparición de él. Más tarde en la alcoba, Darian se dispuso a explicárselo todo, y "todo" se refería a la historia entre su hermana y cuñado.

No vinieron para una visita corta, se quedaron unos días más, de los cuales, les permitió conocer también al miembro más pequeño de la familia, la pequeña Beatrice, de un año, que ya desde una recién nacida apuntaba maneras. Era una cucada de niña, muy risueña y dispuesta a jugar con quien fuera, incluido su primo. Aunque aún no tenía conciencia de la realidad, pareció encantarle tener una amiguita.

De pronto, la expresión de Bonnie se puso solemne.

- Lord Bottom ha muerto; no sé si te habías enterado de...

Había oído algo, pero Darian no le dio muchos detalles.

- Sí, Darian me dijo algo.

La otra joven suspiró.

- Aun así, el hecho de que enfermera no le hizo ceder en sus últimos días, en dejar a un lado el rencor. Enzo hubiera estado a punto de ir y de asistirle, pero fue en vano.

- El odio no conduce a ninguna parte; solo sufrimiento.

- Sí, menos mal, que no tenemos que batallar con ello más - le guiñó el ojo, provocando que sonriera, y con una sonrisa en los labios, la pilló Darian que se adentró en la salita tras conversar con su cuñado. Fue hasta la silla, donde estaba sentada y él se sentó en el brazo, y con el suyo rodeó los hombros de su esposa.

- ¿No no estaréis poniendo verdes? - le depositó un besito en su sien que la hizo sentir cálida, aunque el mayor tiempo lo hacía.

- ¿Qué crees, hermanito?

- No sé, cuñado, pero no me fiaría un pelo de estas dos- Bonnie le enarcó una ceja mientras él esbozaba una media sonrisa sardónica.

- Una de estas dos, es tu esposa, recuérdalo, no vaya a ser que te quedes durmiendo en la biblioteca.

Luego en la noche, nadie durmió en la biblioteca. El matrimonio Darian se imaginó que lord Rhett había hecho todo lo posible para que su esposa le levantara su penitencia, mientras la pareja disfrutaba de silencio, que había en la habitación.

El pequeño se había dormido.

Abrigada por sus brazos, en la cama, escuchó su pregunta:

- ¿Eres feliz?

Era una inesperada pregunta, pero después de lo que habían pasado juntos, era necesaria. Giró y lo miró, alzó la mano y le acarició el mentón cubierto por una barba incipiente. Aunque pinchaba, se impulsó en darle un beso.

- No puedo serlo sin ti - le dijo, con la emoción dominándola -. Junto con Ian, me dáis cada día una razón para serlo y querer luchar por mi felicidad.

- No tienes que luchar, ya no.

Con esa promesa, sus labios se unieron, sintiendo que les esperaba una larga vida para disfrutar de la felicidad y...

De su amor.

Después de una guerra sin sentido, llegaba la paz, una paz que curaba las heridas y traía nuevas promesas.

Regresa a mí #7.2 Saga MatrimoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora