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–Sunoo, te lo estoy diciendo, desde que confesé que me gustaba ya sabes quien, no ha parado de actuar raro y mirarme constantemente – Dijo una pelirroja exhausta a su teléfono, tratando de ser lo más cuidadosa posible para que nadie la escuchara.

–Ay vamos, de seguro estás paranoica, te aseguro que fuimos muy discretos en al autobús, íbamos al fondo y además te juro por mi vida que lo vi dormido con sus audífonos puestos en todo el trayecto. – Respondió confiado el mencionado. –Me tengo que ir Nini, las tareas no se hacen solas y las personas locas tampoco, así que deja de darle vueltas al asunto – Colgó la llamada.

Soltó un suspiro la chica, mientras apagaba su teléfono, antes de salirse de la cafetería, se forzó a si misma a mirar al que rondaba en sus preocupaciones últimamente, y como temía, la estaba mirando fijamente. No podía descifrar que quería transmitir con ella, pero no quería quedarse a descubrirlo. Apenada, y con paso veloz, se dirigió al patio de la escuela.

Aunque Sunoo había jurado por los cuatro vientos que Sunghoon probablemente no sabía nada y que habían sido muy discretos, Hani estaba muy segura de que si sabía, él lo sabía, si no ¿por qué la miraba constantemente con esa mueca de querer averiguar algo? ¿por qué parecía encontrárselo más seguido estos días? Y más importante ¿por qué le había pedido a su hermana que le pasara su número?

Como si le estuvieran leyendo la mente, le llegó un mensaje de un número desconocido "Necesito hablar contigo, ven a la azotea ahora. Pd: Soy Sunghoon :)" y aunque la carita feliz aligeraba un poco el mensaje, Hani solo pensaba en que había recibido el mensaje de un extorsionador diciendo que tenían secuestrado a su hijo inexistente.

Sintiendo que estaba siendo vigilada por el patinador de hielo, subió lo más rápido que pudo a la azotea.

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Bittersweet - Park Sunghoon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora