Cap 4

332 36 2
                                    

El cuarto se encontraba oscuro, luca se encontraba escondiendo su rostro en el pecho de Alberto el cual acariciaba sus rizos mientras dirigía su vista a la nada.

-como te sientes?- pregunto Alberto rompiendo el silencio de la oscura habitación sintiendo como luca se hundía más en el

-me siento muy mareado- expreso el menor aunque sin su tono característico alegre- que piensas?- pregunto esté aferrándose más a la espalda del moreno

-Luca....soy feliz, mi padre....el se fue cuando aún era muy joven, viví tanto tiempo solo que creí que estaría así para siempre....después apareciste tu, los planes que hicimos, vespas, la carrera, la familia que encontré, nunca mas volví a sentirme solo, soy feliz luca gracias a ti, lo que venga de ti lo voy a amar pero no quiero obligarte a hacer nada nunca, es tu cuerpo, luca....- Alberto se removió un poco y sacó el rostro de su amado de su pecho obligando a verle a los ojos notando como este se encontraba echo un mar de lágrimas y sus mejillas y ojos se encontraban rojos- como te encuentras tu?, quieres seguir con esto?, yo quiero estar a tu lado en cada minuto y segundo que pase, es tu cuerpo Luca, yo estaré para apoyar en lo que decidas- mencionó Alberto intentando torpemente limpiar las lágrimas de su amado el cual no paraba

-yo....quiero seguir....pero tengo miedo.....Alberto, todo Es difícil, tú trabajas con tu padre, estuviste pagando mis estudios por años, como viviremos?, no tenemos un hogar, no podríamos vivir con giulia y massimo ni mucho menos con mis padres y abuela, la torre no podría ser un lugar seguro para un bebé, comida, ropa, pañales, que pasará Alberto?- preguntaba luca ansioso mientras miraba como su amado prometido le sonreía tiernamente

-luca, duerme, mañana hablaremos de eso- expreso Alberto besando suavemente los labios de su amado

Los ojos de luca no tardaron en cerrarse cediendo al cansancio con el que contaba su cuerpo, mientras Alberto no podía creer que dentro de luca estuviera creciendo una pequeña semilla de ambos, cuando saliera había miles de posibilidades, podría ser tan pequeña, podría ser enorme, podría tener ojos verdes, ojos azules, ojos cafés, podría tener cabello castaño, negro, las posibilidades eran infinitas, pero lo único que Alberto sabía era que si venía de luca sería la cosa pequeña mas hermosa que podría ver en su vida.

Claramente cuando Alberto, massimo, luca, giulia, Daniela y la abuela habían descubierto aquello hablaron con los jóvenes, todos querían lo mejor y estarían dispuestos a ayudar si el embarazo del menor seguía, ninguno sonreía, todos mantenían caras serias, algunas lágrimas en sus ojos pero tal vez más en los de luca el cual no parecía tener intenciones de parar de llorar nunca.

El día siguiente llegó, luca se removió un poco en la cama incomodo por los rayos del sol que golpeaban su rostro, este giro un poco pero las náuseas regresaron haciéndolo levantarse de golpe y simplemente asomar su rostro por la ventana de la habitación, buenos días portorosso.

Después de aquel desagradable inicio de mañana Alberto recostó s su amado en la cama y bajo a preparar algún desayuno ligero, huevos estrellados acompañados de un jugo de naranja.

-Alberto, no deberías ir a trabajar?, no quiero detenerte, estaré bien- expreso luca al ver a su amado entrar por la puerta de la habitación. Alberto por su parte suspiró y sonrió risueño dando el desayuno a su amado y pegando sus labios contra los del opuesto en un beso mañanero

-tranquilo luca, hoy te tengo una sorpresa, por favor cariño, desayuna, pequeño pescadito no podrá crecer si sigues vomitando así- expreso Alberto tocando el estómago de su amado

Los ojos de luca se llenaron de lágrimas ante las palabras de Alberto, "pequeño pescadito", sonaba bien en su boca. Mientras luca metía bocado por bocado a su boca sus ojos no paraban de lagrimar mientras su cerebro repetía aquello una y otra vez, la mañana brillaba al fin.

Después del desayuno ambos jóvenes tomaron una ducha rápida y se vistieron para salir. Aunque Alberto ya contaba con su vespa soñada ese día solo caminarían. Luca disfrutaba del acogedor verano del pueblo, fresco y calido. Caminaban por la calles donde la gente saludaba al moreno el cual sonreía ante todos mientras tomaba la mano de Luca. Caminan por las montañas y subidas haciendo el recorrido que una vez hicieron para ganar la competencia, caminaban al parecer sin rumbo hasta que Alberto paró El Paso frente a lo que parecía ser la casa de la pareja de mounstros marinos que también vivía en el pueblo, las señoras mayores que siempre paseaban y comían helado en las tardes.

-Alberto, que hacemos aquí?- rio un poco el menor mirando a su prometido el cual lo tomó de las manos mirándolo seriamente

-luca...hace ya unos meses las señoras que vivían aquí...se mudaron, decidieron que querían vivir el resto de lo que les faltara de vida nadando por el mundo....ellas eran algo parecido a unas mejores amigas para mi y.....antes de irse, de desaparecer en el mar, ellas me dijeron que me daban su casa, que cuidara de ella contigo a mi lado, a lo que me refiero es...luca, quieres mudarte conmigo a la casa en la cual quiero criar a nuestro pequeño hijo y envejecer juntos?- expresaba Alberto nervioso mostrando la casa

Luca quedó en shock, las lágrimas saldrían de sus ojos si en verdad su cuerpo no se hubiera secado por llorar de mas. Sonriendo ampliamente se lanzó sobre el mayor enredando sus brazos en el cuello de este en un abrazo, era clara la respuesta.

Las dudas de luca desaparecieron, era cierto tendrían un bebé, un pequeño bebé de genéticas combinadas, un pequeño mounstro, pero sabía que si se quedaba al lado de Alberto nada pasaría, todo sería tal y como soñó, todo sería perfecto ahora.

Pequeño Pescadito Donde viven las historias. Descúbrelo ahora